Adelante Digital no podía quedarse atrás. Una vez confirmada la salida ilegal del deportista y parte de su familia rumbo a Haití —aunque su destino final es la Mayor League Baseball (MLB) de los Estados Unidos—, cabe analizar el fenómeno de manera global, pues este no es más que otro episodio de la trama.

La baja del “Tornado de Rubirosa” es un cubo de agua fría para Rolando Hernández, mentor del equipo Camagüey, en sus aspiraciones de incluirse entre los ocho mejores de la 56 Serie Nacional, pues ahora tendrá que “inventar” un nuevo abridor para su staff.

Algo parecido tendrá que hacer el avileño Roger Machado para llenar el lugar que dejó Ruiz como estelar del “Cuba”, pero lo verdaderamente preocupante es que aunque nuestra política deportiva da cambios sustanciales a favor de atletas y entrenadores, el éxodo no se detiene.

La explicación no hay que buscarla en Plutón, simplemente los nuestros no pueden resistir la tentación de jugar en la meca del béisbol mundial —las Grandes Ligas de los Estados Unidos— por salarios multimillonarios. De convencerlos se encargan cientos de agentes que se buscan la vida acechando a cada prospecto que sale de la Isla para, de paso, llevarse una buena tajada en la transacción.

El propio Norgito nos contó las miles de veces que fue contactado —hasta en el baño— para que firmara con franquicias norteñas. A esto hay que sumarle los paripés para evadir la seguridad costera y abandonar el país en embarcaciones de “agencias” de tráfico de personas, otro jugoso negocio.

El caso que involucró al jardinero cienfueguero Yasiel Puig, que tuvo que pagar cerca de tres millones de dólares a traficantes que lo amenazaron y retuvieron en un motel mientras se discutían los términos de su contrato, es un ejemplo de las presiones a que son sometidos los jugadores que eligen esta vía.

PANORAMA REDONDO EN CAJA CUADRADA

Por otra parte hay que reconocer que la apertura de la pelota cubana a las contrataciones en otras ligas del mundo no marcha al ritmo que todos esperábamos. Si bien varias de nuestras estrellas compiten en Japón y Canadá, otros talentos esperan ansiosos por pactos que parecen no llegar.

Es cierto que no se debe actuar a la ligera en asuntos jurídicamente tan delicados; pero hay que llegar a acuerdos con países que no tengan dependencias norteamericanas como Taipei de China, Corea del Sur, Colombia, Nicaragua, Italia y Holanda.

Que no se divulguen los detalles de las negociaciones que lleva a cabo la Comisión Nacional de Béisbol hace que la opinión pública y los propios atletas vean el proceso entre bambalinas. Esto no solo es culpa de directivos y decisores, también lo es de quienes trabajamos en la prensa especializada.

Se sabe que, por ahora, los cubanos no pueden insertarse directamente en la MLB a causa de las políticas relacionadas con el Bloqueo. Incluso, después de que Cuba y Estados Unidos iniciaron el proceso para restablecer relaciones diplomáticas, el Departamento del Tesoro norteamericano dictó regulaciones que obligan a los jugadores del patio a establecerse en otro país para acceder a “Las Mayores”.

La medida expresa que los cubanos “están obligados a solicitar residencia permanente en Estados Unidos, domiciliarse en un tercer país, proporcionar evidencia de haber vivido dos años fuera de Cuba, o presentar declaración jurada de que no tienen intenciones de regresar de manera permanente, además de tener una cuenta bancaria fuera de la Isla”. Así pusieron un muro de por medio entre las esperanzas de quienes, en ambos lados, sueñan con un futuro ingreso legal de los antillanos a la MLB.

Sin embargo, nadie descarta que en futuras conversaciones los gobiernos de La Habana y Washington aprueben medidas que destraben el añejo entuerto, máxime cuando algunas organizaciones deportivas norteamericanas nos han visitado últimamente. Hace pocos días Antonio Becalli, presidente del Inder, confirmó la futura presentación en Cuba de los Orioles de Baltimore, único equipo de Grandes Ligas que ha jugado aquí después del establecimiento del Bloqueo, para enfrentar al equipo de las cuatro letras.

También informó que otras franquicias muestran interés por efectuar partidos similares y que posiblemente el comisionado de la MLB, Rob Manfred, los acompañe.

LA PELOTA, MÁS QUE UN SIMPLE JUEGO

Lo cierto es que, mientras se espera por un acuerdo con Estados Unidos, nuestro béisbol —y el deporte en general— lamenta el abandono de sus principales talentos. Y es que en Cuba este tema no es cuestión de negocios, y por mucho que podamos mejorar el salario de atletas y entrenadores nunca llegará a los millones que ofrecen otros.

Como conquista de la Revolución Cubana —algo que nadie debe dudar—, el deporte continuará como un derecho de cada cubano en su formación como hombre de bien sin impedir a sus mejores exponentes que sean contratados por sus servicios.

No obstante, como sociedad tenemos que formar en la conciencia de los peloteros valores de humildad y gratitud que los hagan capaces de actuar adecuadamente ante propuestas millonarias. Y es que muchos no entendemos cómo la “impaciencia” hace que se destiñan en momentos en que las regulaciones cambian a su favor.

Lograr que un pequeño por ciento del dinero de esos contratos, que tienen como representante al Estado cubano en la figura de la Comisión Nacional de Béisbol, se destine a revitalizar el sistema deportivo, es también una necesidad. Este redactor está convencido de que, de darse todas las condiciones (jugar en la mejor liga del planeta y cobrar por ello sin “dejar de ser cubanos”), nuestros atletas nunca abandonarían su patria, la que los formó y los hizo grandes.

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