Más aún. Visto a través de ese mismo prisma tampoco resulta demasiado comprensible su decisión de seguir jugando por Camagüey, en medio de una época plagada de cambios de equipo y con ofertas tangibles que en varias ocasiones le han hecho otros territorios con más éxitos y mayores posibilidades económicas.

Norge Luis es –en cierta medida– una interrogante vestida de pelotero. Hace poco más dos años era solo un muchacho empeñado en lucir lo mejor posible durante su primera convocatoria a la preselección de los Toros; hoy, su nombre se inscribe entre los principales de la nómina nacional, con una hoja de servicios llena de méritos que a cualquier otro le llevaría casi toda una vida reunir.

“Esos mismos méritos fueron los que te convirtieron en el primer abridor del Cuba”, le digo antes de comenzar la entrevista encargada por este periódico. Para corroborarlo cargo con estadísticas, momentos significativos de antes y durante estos juegos Centroamericanos y del Caribe, opiniones la prensa... todo un arsenal que demuestra que era él –y no otro– la mejor opción para iniciar recorrido en la cita veracruzana.

Su “realismo” pone coto a mis análisis. “Todo se debió al trabajo que he venido realizando con Vicyonhadri (Odelín). Él sentó cátedra ante Puerto Rico en el Clásico y cuando la Serie del Caribe, y se pensó que yo podría aprovechar los conocimientos que me ha transmitido. Estamos trabajando en nuevos lanzamientos, sobre todo de la zona vertical, que es la que más se canta en la pelota internacional. Es importante ponerte por encima de los bateadores, pero lo que verdaderamente decide es ese cuarto o quinto envío, que no puedes dejar que te adivinen.

–Muchos pudieran preguntarse por qué apuestas por la variedad en tu repertorio cuando tienes un brazo joven y tan buena velocidad.

–Les respondo con mis dos metas más importantes: el Clásico y Japón. Para alcanzarlas no basta con velocidad. Yo veo mucho béisbol, en particular a los lanzadores japoneses, que son de los mejores del mundo gracias a la cantidad de recursos que poseen. Ellos nunca se regalan, en conteos desmejorados siempre trabajan en la zona de duda, se adaptan a las características de cada bateador. Los jugadores nuestros que han estado por allá me lo han confirmado. Lo mismo pasa con el Clásico. No quiero incursionar en la liga japonesa por el simple hecho hacerlo, ni defender los colores del Cuba porque sí; cuando uno juega contra los mejores es para dar lo mejor.

–En torno al partido contra los boricuas se generó una gran polémica, ¿cómo viviste tú ese desafío?

–En Puerto Rico se publicaron muchas cosas que no iban al caso: que si iban a derrotarnos, si que harían con nosotros lo que quisieran... Yo pensé mucho en la Revolución, en todas las personas que nos han formado, principalmente en Fidel, que sabía estaría siguiéndonos por la televisión. Fue una salida en la que puse todo mi empeño, más desde lo emotivo que pensando en lo que iba tirarle a los bateadores.

–Luego de Veracruz el campeonato nacional pudiera suponer un cambio radical para cualquiera, ¿en tú caso también?

–Para mí la pelota es pelota sea cual sea la liga, y me preparo para cada juego con la misma dedicación. Esa es la filosofía que trato de transmitirle a los muchachos que ahora llegan al equipo: el inning decisivo es ese que estamos jugando.

Camagüey es una novena muy prometedora pero también muy joven, a la que solo le falta eso: un poquito de experiencia y el consejo oportuno de los más veteranos. A pesar de los atletas que hemos perdido, tenemos a jóvenes que puedan dar mucho en el futuro cercano.

–Para los Toros la palabra clave sigue siendo futuro; con cada temporada parece más inalcanzable su empeño de clasificar.

–Es verdad, pero hay que tener en cuenta que en el deporte las cosas no siempre salen como uno se propone. Yo fui jugador de posición y lo sé: es difícil conectar un hit o coger un rolling, y más cuando acabas de empezar en la Serie Nacional. Tenemos calidad y en los dos últimos campeonatos lo hemos demostrado con nuestros refuerzos.

–Precisamente sobre ese último aspecto cabe una pregunta: ¿es válido dejar una escuadra así para irse a integrar otras más triunfadoras?

–En todas las ligas del mundo es habitual que los peloteros cambien de equipos. Creo que eso no está mal y que aquí en Cuba no hay motivos para que no suceda; cuando un hombre no hace equipo por su provincia debe poder jugar por otra. También apoyo iniciativas como las de los refuerzos, que buscan elevar el techo de nuestra pelota. Esa es una oportunidad que he podido aprovechar en dos ocasiones y de la cual guardo muy buenas experiencias, tanto deportivas como personales.

Sin embargo, no te puedo negar que siento algo especial cuando visto la camiseta del Camagüey. No te puedo decir con exactitud qué es, pero mi familia, mis amigos, mi novia, hasta el hijo que voy a tener... todo está aquí.

Incluso sin casa propia, durmiendo en la sala de la casita de mis padres, a veces sin un peso en el bolsillo siento que este es mi lugar. Yo tengo “esto” tatuado en el pecho... y no soy de los que se destiñen.

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