Y es que no solo de curiosidades botánicas podrá presumir el nuevo centro. Entre sus atractivos ya en más que cimientos se alumbran un reloj solar, una piscina infantil, el primer organopónico circular de Cuba, el vivero, cafeterías y restaurantes. Entre estos últimos sorprende el confinado a las profundidades de una cueva en un entorno montañoso que no demora y romperá la típica llanura camagüeyana.

Todo esto podrá disfrutarse desde un mirador que se eleva a nueve metros de altura, y desde el cual quizá parezcan más pequeñas las familias disfrutando de picnic a la sombra de los árboles, los recorridos a caballo y en coches o las lanchas que en su travesía de más de un kilómetro proporcionan otra vía de acceso al trasladar a los interesados del Lago de los Sueños a las realidades del parque.

Pero también de ciencia va todo este asunto. Junto a las oficinas se acondicionan laboratorios para estudiar las especies, una biblioteca, salones de eventos y un motel donde acoger a los participantes e invitados, muy cerca de la plaza cultural.

Ahora el empeño se centra en terminar todo para comenzar a disfrutarlo, pero más tarde, con tiempo, mucha dedicación y cariño, el reto de cuidarlo y llevarlo a la categoría de jardín botánico, para el orgullo de nuestros descendientes que poblarán estas tierras.

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