Cuando poco después del amanecer del cuatro de noviembre de 1868 un grupo de camagüeyanos se pronunció en armas contra el poder colonial español, entre los 76 insurrectos estaba un joven de 19 años de edad.

Aquel bisoño combatiente era Enrique José Varona y Pera, quien con el tiempo llegaría a ser un influyente filósofo, pedagogo y político de la Cuba de fines del siglo XIX y las primeras décadas del XX.

Pero el joven soldado no gozaba de  buena salud y regresó a la ciudad poco después del alzamiento.
Sin embargo, Varona se retractó de su ideal separatista y en 1870 creó una obra de teatro llamada “La hija pródiga”, en la cual criticaba la acción independentista en marcha.

Unos años más tarde, en 1873, se avergonzaría de este cambio de actitud cuando fue testigo del ensañamiento cobarde del poder peninsular con el cadáver del Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz, muerto en combate cerca de Puerto Príncipe.

Al terminar en 1878 la guerra sin la independencia y en medio de su intenso quehacer intelectual, Varona abrazó el autonomismo y estuvo entre los diputados elegidos para representar a Cuba en las Cortes Españolas durante 1884.
Tras entrevistarse en Madrid con el entonces Ministro de Ultramar, Conde de Tejada de Valdosera,  perdió para siempre la confianza en el gobierno de la metrópoli para solucionar la situación de la isla antillana y dejó la militancia del autonomismo.

Varona mantuvo una activa labor en diferentes publicaciones, brindaba conferencias y discursos, y sus temas eran complejos y polémicos, “siempre teniendo a Cuba como eje de su estudio y de sus preocupaciones”, según Mercedes Santos Moray.

Manuel de la Cruz lo llamó “filósofo del separatismo”, Pedro Henríquez Ureña, “maestro de juventudes” y “maestro de Cuba”, y Juan Marinello, “cubano de autoridad inmanente”.

José Martí escribió de él: “Habla el cubano Varona una admirable lengua, no como otras acicalada y lechuguina, sino de aquella robustez que nace de la lozanía y salud de pensamiento.” Muerto el Apóstol, Varona ocupó por un tiempo la dirección del periódico independentista Patria.

Terminada la guerra contra España y durante la primera intervención yanqui en la ínsula, Varona ocupó cargo de Secretario de Hacienda primero y luego de Instrucción Pública y Bellas Artes, responsabilidad esta última desde la cual trabajó por modernizar la enseñanza.

Años más tarde fundó y presidió el Partido Conservador y llegó a ser Vicepresidente de la República (1913-1917), y de esta época son sus palabras:

“La generación de cubanos que nos precedieron y que tan grandes fueron en la hora del sacrificio, podrá mirarnos con asombro y lástima, y preguntarse estupefacta si éste es el resultado de su obra, de la obra en que puso su corazón y su vida. (…) Cuba republicana parece hermana gemela de Cuba colonial”.

Varona se convirtió en el intelectual que guió y apoyó a la juventud en las luchas contra la dictadura de Gerardo Machado. En 1923 Julio Antonio Mella lo invitó al acto de fundación de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU).

Al fallecer el 19 de noviembre de 1933 en La Habana, Varona dejaba tras de sí una vida dedicada enteramente a Cuba, y con su labor de pensamiento influyó en la educación y el conocimiento de la filosofía, las ciencias, la historia y de la literatura.   

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