CAMAGÜEY.-En el actual octubre la vox populi ha enlazado a tres ciudades tan lejanas como Estocolmo, Washington y Camagüey (al menos en Google no hallamos más conexiones). El día 9, la Real Academia de las Ciencias de Suecia otorgó el Nobel de Química al alemán John B. Goodenough, el británico Stanley Whittingham y el japonés Akira Yoshino, creadores de las baterías de iones de litio. El 15, científicos norteamericanos del Pacific Northwest National Laboratory (PNNL) de Richland, Washington, socializaron las posibles causas de incendios y explosiones provocados por esos dispositivos. En octubre también, sin día fijo, por Camagüey se ha extendido una “calurosa” alarma relacionada con el litio. Y no es el agua lo que hará ceder aquí ese siniestro de irresponsabilidad.

“Lo más peligroso es la gente, no el litio”, suelta a bocajarro Johanel luego de las presentaciones y expuesto el motivo de la entrevista. “No se trata solo de accidentes, las baterías explotan por irregularidades. Cuando una de sus pilas o celdas se dañan, el resto asume la carga y comienza el desgaste sistémico. El litio va degenerándose y se calienta hasta explotar”.

Casi siempre los estallidos ocurren en las noches o las madrugadas, cuando los dueños ponen a cargar sus vehículos. Los químicos de las pilas y los materiales inflamables de las motos crean una peligrosa reacción que propaga el incendio con fuerza y rapidez por los alrededores. De ahí el predominio de las pérdidas materiales.

Los casos reportados, según datos del Cuerpo de Bomberos en la provincia, superan la veintena; sin embargo, cálculos extraoficiales dictan que los sucesos deben rondar el medio centenar.

CUANDO LA CIENCIA SUENA...

De acuerdo con Prensa Latina, los del PNNL aseguran que “el litio tiene el potencial redox electroquímico estándar más bajo y una capacidad teórica específica muy alta, lo que lo convierte en el mejor material de ánodo para baterías recargables”. Mas advierten sobre ciertos compuestos en el electrolito (el material líquido que hace posible la química crítica de una batería) y la relación de los mismos con la aparición de dendritas y bigotes (pequeñas estructuras rígidas en forma de árbol que pueden crecer dentro de una batería de litio aumentando las reacciones no deseadas entre el electrolito y el litio) que aceleran las fallas de la batería, y por tanto causan cortocircuitos e incendios.

Aunque ponen lupa sobre algunas debilidades, la ciencia que nos ha traído hasta aquí demuestra que a ese adelanto no podemos poner freno, ni ignorar. Los teléfonos inteligentes, las laptops y otros equipos electrónicos portátiles se alimentan por pilas de litio; además, tales dispositivos se usan para almacenar energía de fuentes renovables, como la solar y la eólica. Los fabricantes acogieron esta tecnología porque acumulan mucha mayor carga por unidad de peso y volumen y voltajes más altos por célula que sus antecesoras. Resultan menos pesadas y grandes, al tiempo que permite menores tiempos de carga y descarga.

Por ahí van los argumentos del fallo de la Academia sueca. El Nobel de Química 2019 dignifica hallazgos y trabajo de casi 50 años. “Las baterías de iones de litio han revolucionado nuestras vidas desde que llegaron al mercado en 1991. Han sentado las bases de una sociedad inalámbrica, libre de combustibles fósiles, y son de gran beneficio para la humanidad”, según la cita del comunicado que publica El País.

Entonces, toca darle al litio el beneficio de la duda. Cuando la ciencia suena es porque desarrollo trae.

INVENTOS, DETONANTES

Johanel, que se apellida Cabrera Fernández, es licenciado en Eléctrica y habla desde la experiencia de su patente como reparador, y la de su título. Hace alrededor de tres años él y su equipo le ponen ingenio y responsabilidad al litio.

“Los incendios que han ocurrido están relacionados con el inadecuado trabajo de algunos reparadores y las malas prácticas de los propietarios; en menor medida, aunque sucede, por causa de los fabricantes”.

Cualquiera, sin los conocimientos, abre un taller de motorinas, como se conocen popularmente, y a troche y moche “idea” soluciones.

Según el Mayor Yosvani Díaz Sosa, Primer Oficial de Prevención de Incendios del Cuerpo de Bomberos de Camagüey, “el principal motivo de estos incidentes es el ensamblaje, la modificación y la supuesta reparación de las baterías por personal no preparado. Ahí empieza el problema. Por ejemplo, hemos detectado como tendencia negativa, que ante el primer desajuste de las baterías, les quitan el BMS, dispositivo de seguridad muy importante. El BMS detecta cualquier síntoma extraordinario en el funcionamiento y no permite que se cargue con normalidad para proteger el artefacto; al sustraerlo, prolongan el rendimiento a corto plazo, pero queda expuesta a cualquier accidente”.

Ante tal realidad surgen las dudas: ¿por qué permitimos que abunden cuentapropistas sin respaldo ético y de calificación? ¿no deberíamos crear mecanismos que regulen la capacitación del solicitante sobre la actividad a la que pretende dedicarse?

“Hemos recibido baterías unidas mediante alambre y estaño y no por soldadura de punto, como es correcto, con celdas instaladas de diferente tipo y serie; otras a las cuales les modifican los parámetros de la caja electrónica para lograr mayor potencia y velocidad sin reparar en que la moto no está diseñada para eso”, comenta exaltado Cabrera Fernández.

Un consejo de estos muchachos: elija bien donde llevar su equipo y entienda que cuando caducó la vida útil del litio no hay remedio. “Los inventos son eso, inventos”, alegan. Y lo peor, puede terminar perdiendo más que una batería o una moto.

El caso de María Rodríguez Hernández así lo demuestra. El incendio que provocara su motorina es el de mayor magnitud que reportan hasta el momento las autoridades del Ministerio del Interior. Su pérdida la calculan en 4 500 pesos convertibles.

No se trata ahora de dar curso a un filme de terror. La gente ha invertido su dinero, por necesidad, en un medio de transporte que le facilita la vida, pero deben ser cuidadosos. Cabrera Fernández insiste en una alerta. “Llevan revisión periódica, por posibles filtraciones de agua, una soldadura que caducó... Cada equipo es diferente, y además influye el peso que soporta, las dinámicas de aceleración, las distancias que recorre. Debe usarse siempre el cargador del fabricante; está prohibido alimentar por cargador de plomo”.

Nos alumbran de otra mala práctica en moda. Sucede que muchos están adaptando pilas de litio al sistema eléctrico de los motores Karpaty. Cabrera es categórico: “Aquí vienen para que las regale o queriendo comprarlas, y ni muerto hago eso; no es seguro”.

Para quien elige ganarse los días componiendo “desajustes” a la gente urge una cualidad: ética. Como ocurre con los médicos, distancias mediante, los mecánicos también salvan o sepultan vidas. Devolver un equipo en óptimas condiciones significa responsabilidad, deber, humanidad, garantía de trabajo, y de vida.

LA BOMBA DE UN SUCESO

La recuperación total de Elionay pudiera extenderse hasta un año, según su evolución, asegura Alina Núñez Martínez, enfermera de la Sala de Quemados del Hospital Provincial de esta ciudad, quien confirma que entre el 2018 y el 2019 Elionay es el cuarto paciente que atiende en ese servicio por explosiones de motorinas.La recuperación total de Elionay pudiera extenderse hasta un año, según su evolución, asegura Alina Núñez Martínez, enfermera de la Sala de Quemados del Hospital Provincial de esta ciudad, quien confirma que entre el 2018 y el 2019 Elionay es el cuarto paciente que atiende en ese servicio por explosiones de motorinas.Era la madrugada del 10 de septiembre. Al amanecer Elionay Moreira Labrada volvería a cruzar toda la ciudad, desde su casa en el reparto La Gloria (la antigua Esperanza) hasta la unidad de comercio donde trabaja en la comunidad conocida como Cabeza de Vaca. Justo a las 2:00 a.m. comenzó el suplicio que le dejó un 35 % de quemaduras en su cuerpo, 17 días hospitalizado y el recuerdo, que de seguro corroe como mismo de intenso lo sintió en la piel. Él y su esposa Yurizán llevaban poco más de tres meses estrenando el hogar de los esfuerzos, y las tres ollas nuevas, y el “aparador lindo”, y el juego de comedor, y la lavadora. Con la motorina se fueron las ollas, y el aparador, y el juego de comedor, y la lavadora. Por fortuna quedan ellos y la casita que ahora lleva más repello, fino, pintura, y “mucho cepillo para borrar lo negro”. Ojalá con mucho cepillo pudieran borrar todo lo negro que les dejó esa candela. Soñamos por ellos.

Ya de regreso, a escribir la historia, el ahogo se vuelve rabia. Por qué quien le vendió el equipo a Elionay no le informó del estado de la batería. Por qué además de la escasez debemos padecer tamaño desamparo jurídico y de opciones que llevan a un hombre a comprar una motorina de uso porque no puede llegarle a una nueva, y cuando la pierde con ella también la posibilidad de pedir cuentas y de reponer, al menos, los bienes perdidos.

ALERTA ROJA

Otro de los canales por donde transita el suceso anterior es la ausencia de un mercado nacional donde adquirir este y demás equipos del apremio. Las medidas difundidas el pasado 15 de octubre en la Mesa Redonda pudieran aliviarnos. Sin embargo, compartimos la sospecha del reparador Rafael González Revillas sobre la calidad de los productos que ofertaremos. Él habla desde la experiencia. “No podemos decirles cuáles baterías son mejores o peores, sí cuáles vienen aquí con frecuencia: las Unisuki, Mishozuki y Bucati”. Y según el sitio Cubadebate la primera de esas marcas figura en la descripción de las motos eléctricas que importaremos.

Además de la buena nueva que representan la apertura de nuestro comercio y los costos similares a los del mercado minorista de los países del área, no debemos descuidar la seriedad de los proveedores. González Revillas y Cabrera Fernández ilustran la validez de la desconfianza. “Hemos recibido baterías con placas de acero dentro con el único objetivo de engañar al consumidor, pues se ha extendido la idea, ya hasta entre los fabricantes, de que a mayor peso mayor calidad”.

No pecaremos de impacientes. Bien enseña el refrán cuál es el sitio de la “carreta”. Esperemos. Por ahora quedémonos con el aliciente de la posibilidad que entre los dineros y los equipos a adquirir mediará contrato, garantía. Atrás quedará la noticia infeliz de la “bomba” sin papeles.

Causas que provocan la degeneración de las pilas de litio y su posterior explosión

Retirar, manipular o desconectar el BMS (dispositivo de seguridad).

Utilizar cargadores no diseñados por el fabricante, por ejemplo los de plomo.

Sustituir o adaptar el cableado de la instalación eléctrica.

Modificar la caja electrónica para lograr mayor velocidad.

Mantener en uso la batería con problemas o pedir que le hagan adaptaciones para prolongar su funcionamiento.

Mantener activado el freno regenerativo en baterías con puertos de carga y descarga independientes.

Montar baterías de mayor voltaje en motos que no están diseñadas para ellas.

Penetración del agua en el interior de las celdas (hidropresores).

Cualquier otra adaptación o manipulación de las cargas que lleve al calentamiento de las celdas de litio.