CAMAGÜEY.- El 24 de febrero de 1895 ni los contratiempos ni las delaciones impidieron que en los campos de Cuba resonara de nuevo el grito de libertad. Esa fecha, después de 27 años del comienzo de la contienda del 1868, y 17 de una tregua con matices turbulentos, continuaría el proceso independentista con la Guerra Necesaria. Una guerra organizada por nuestro Héroe Nacional, Jose Martí, y que superó los motivos que dificultaron su materialización, como sucedió en el territorio de Camagüey.

Con la fundación del Partido Revolucionario Cubano, el Apóstol marcó un intenso camino para la preparación de la lucha. Dentro de esa genial obra aglutinó a aquellos hombres de corazón revolucionario, señaló a la unidad como el sustrato fundamental de la victoria y convidó a los líderes de la campaña del ‘68, Gómez y Maceo, a impulsar la empresa que avizoraba el ocaso del colonialismo español por la superioridad en su planificación.

“Una de las primeras acciones que Martí realiza, tras crear el PRC, en Nueva York, es el envío de emisarios a Cuba, para dar a conocer sus objetivos y la disposición de los patriotas para comenzar la guerra. En el caso de Camagüey, encontró el apoyo inmediato de Salvador Cisneros Betancourt y Francisco Sánchez Betancourt. Sin embargo, otro grupo de combatientes se mostraron escépticos e indecisos. Los condicionó la protección de su economía”, comenta el historiador Ángel Avelino Fernández Espert.

Según cuenta el también investigador en los primeros días de noviembre de 1894, se hizo evidente para El Maestro que “Camagüey, debido a la labor realizada por la burguesía azucarera y sus asociados no se sumaría al conflicto bélico y que el grueso de los patriotas esperaría la llegada de Gómez, al territorio, para secundarlo. A pesar de la postura vacilante de algunos altos oficiales, el pueblo camagüeyano demostraría una vez más que pelearía sin timidez, en su momento, por la soberanía cubana”.

Los caminos tortuosos provocaron que la contienda, en un principio proyectada para diciembre del ‘94, fuera pospuesta para el 24 de febrero del ‘95. Cuando asomó el día pactado, en la zona Occidental se desarrollaron tres alzamientos en Matanzas, mientras, en Oriente ocurrieron una veintena de levantamientos en armas. En esta última región destacaron los notables insurrectos Bartolomé Masó y Guillermo Moncada. En la tierra de Agramonte, la incorporación parecía no vislumbrarse en el horizonte. Sin desenvainar el machete, no se podría defender la libertad.

A las causas anteriormente expuestas, relacionadas con este hecho, se sumaron otros factores como “la actitud contrarrevolucionaria del Partido Autonomista, expresada de forma reiterada a través de su prensa (...), el acercamiento a viejos jefes mambises (…), la apertura de nuevas fuentes de trabajo a la población (…), la aplicación de una aparente benevolencia encaminada a no exaltar a los camagüeyanos (...) y el fortalecimiento militar en la provincia a partir del mes de abril (…)”, aclara Fernández Espert, en su libro El Tercer Cuerpo de Ejército en la Guerra del ‘95.

Recorría en la región un ambiente de calma, pero no por mucho tiempo. La vergüenza y el espíritu de ondear la bandera de la estrella solitaria, aún contra los vientos del infortunio, se vivió entre los meses de marzo a junio. En ese lapso temporal se efectuaron diversos alzamientos, el más destacado lo realizó el Marqués de Santa Lucía, Salvador Cisneros Betancourt, en las Guásimas de Montalván, el 5 de junio, fecha que marcó la integración de las huestes al llamado de la Revolución.

Acerca de ese momento histórico Avelino refiere en su texto que “la diversidad de fechas en que se produjeron indica que no existía ningún plan al respecto, sino que en la mayoría primó la espontaneidad de sus protagonistas”. Expone, además, que el número de participantes era reducido y estaban mal armados, una razón que responde a las escasas acciones militares por esas etapas y tampoco “había un jefe que tuviera el reconocimiento y experiencia necesaria para unir a todos los grupos y hacer de estos un fuerte bastión combativo”.

Con el arribo de las tropas del Generalísimo Máximo Gómez, a la demarcación camagüeyana, el curso de la contienda correría una suerte distinta. El cauce de la Guerra Necesaria resultó impulsada con el posterior desarrollo de la Campaña Circular y el servicio de nuestros hombres fue imprescindible para llevar las victorias del Ejército Libertador hasta Occidente. Al cumplirse 125 años del reinicio de las luchas independentistas, el 24 de febrero de 1895, la actitud heroica de los buenos hijos de Camagüey, en medio de las adversidades, representa la hazaña de no dejar de pelear por la libertad como lo hizo José Martí.