El año 1834 marca su nacimiento en Puerto Príncipe, en el seno de una familia de poderosos hacendados ganaderos y azucareros; aquí estudió hasta que lo envían a los Estados Unidos, donde se graduó como cirujano dental en la Universidad de Filadelfia; coincide con su graduación, en 1856, con el estallido de la Guerra de Secesión en aquel país, por lo que se enrola en las milicias que se organizaron en el norte, donde obtiene los grados de oficial hasta que concluye la contienda y regresa a Cuba para ejercer su profesión en su ciudad natal, donde se suma a las filas conspiradoras contra el régimen español.

Quizá presintió que disponía de muy poco tiempo para combatir por la independencia de Cuba, de ahí que está entre los alzados en Las Clavellinas, liberó a sus esclavos, y en la reunión del Paradero de Las Minas fue de los primeros en adherirse a la condena de Ignacio Agramonte a la maniobra contrarrevolucionaria de Napoleón Arango.

El 28 de noviembre se produjo el bautismo de fuego de los patriotas camagüeyanos en una emboscada tendida a las fuerzas de Valmaseda, quien al mando de una columna española de 800 soldados de las tres armas, avanzaba por la línea férrea rumbo a Nuevitas; allí estaba Ángel del Castillo, y cuando esta fuerza española tuvo que desviar su ruta hacia San Miguel, y fue hostilizada por los insurrectos, también el brazo del mambí los combatía en los lugares conocidos como La Consolidación y el paso del río Arenillas.

Precisamente, por su destacada participación en la Guerra, a principios de 1869 es nombrado mayor general de la división de Camagüey, y recibió la jefatura militar de la brigada de Caonao.

El 5 de mayo asaltó y redujo a cenizas el poblado de San Miguel de Nuevitas, luego realizó distintas operaciones en zonas aledañas a Puerto Príncipe, donde destrozó dos partidas de la guardia civil en Monte de Horno y la Quinta de Correoso, respectivamente.

En la madrugada del 20 de julio, Ignacio Agramonte atacó la ciudad principeña. Formaban parte de este ataque cuatro grupos que penetraron por distintos puntos de la localidad, uno de ellos lo hizo por la Plaza de la Caridad, y entre esos hombres estaba Del Castillo Agramonte.

A la caída en combate del general Honorato del Castillo, jefe de la brigada de Sancti Spíritus, Ángel asume su cargo y desde esa posición libra acciones como la de Pitajones, donde da grandes muestras de arrojo y utiliza una táctica que le permite capturar un cañón ubicado en posición favorable al enemigo, y toma como prisionero al jefe español, coronel Ramón del Portel, quien una vez juzgado por sus crímenes fue fusilado.

El 9 de septiembre de 1869, en el instante en que se preparaba para tomar por asalto el fuerte de Lázaro López, cae a corta distancia del parapeto; herido de muerte, muchos le escucharon gritar a viva voz su himno de independencia: "¡Vengan a ver como pelea un general cubano!".

En una valoración sobre este general camagüeyano, el historiador Gustavo Sed apuntó que el anhelo de libertad lo convirtió en uno de los más destacados conspiradores y luchadores por la independencia de Cuba, causa a la que entregó sus bienes personales, incluida su fortuna, y hasta su propia vida, tan breve, y a la vez tan intensa.

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