La obra sobresalió, más allá de la limpieza coreográfica a que tiene acostumbrado el Folklórico, por el logrado diseño de los trajes de sus personajes coloniales, por su ambientación escenográfica funcional con apenas el único recurso de los telones y por la música, interpretada en vivo con un tino que la hizo emerger como otra protagonista de la trama.

Dirigida y coreografiada por Reinaldo Echemendía, mentor y fundador de la compañía, y con el apoyo de creadores de esta región como el dramaturgo y actor Luis Orlando Antúnez (Bambino) y el artista plástico y diseñador Nasario Salazar, la obra se alza como un éxito colectivo que implica a muchos, incluidas organizaciones como el Ballet de Camagüey, la dirección provincial de Cultura y el Consejo Nacional de Artes Escénicas.

En la puesta, además de los personajes que la Tula concibió en su "Sab", el Folklórico incluyó la aparición de la propia poetisa, quien narra los acontecimientos de la novela y una representación física de la muerte, increíblemente interpretada por Laura Suárez Estrada.

Los parlamentos atinadamente escogidos para presentar a Gertrudis sobre el escenario la mostraron como lo que fue en su tiempo: una mujer de pensamiento de vanguardia, con elevados conceptos de la dignidad y la libertad, y defensora de los derechos humanos, desligados de conceptos de raza u origen.

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