El ideario martiano a la luz de la votación en la ONU...

CAMAGÜEY.- En este minuto de decisiones, en un escenario internacional convulso, la definición martiana: “Es la hora de los hornos y no se ha de ver más que la luz” cobra mayor vigencia y con una envoltura antiimperialista, como él siempre proclamó.

La directiva del Gobierno de Estados Unidos, suscrita por su presidente Barack Obama el pasado 14 de octubre, vino a enrarecer más la política de su país hacia Cuba, a pesar de la imagen que quiere dar para el resto del mundo de aparente mejoría de las relaciones entre los dos países, cuando en verdad se ocultan intereses mezquinos.

No se está hablando en abstracto. Son dos los recientes anuncios en la nación norteña referidos a Cuba, el primero, la susodicha directiva presidencial, titulada: Normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, y a la par el “ofrecimiento” del quinto paquete de medidas para modificar la aplicación de algunos aspectos del bloqueo.

Para los cubanos, después de escuchar a Josefina Vidal, directora general de Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores, en un encuentro con la juventud en la Universidad de La Habana el pasado 17 de octubre, no cabe duda de las esencias de los documentos.

Si bien es un paso significativo en el proceso hacia el levantamiento del bloqueo y hacia la mejoría de las relaciones con Cuba, hay que detenerse a pensar que ese instrumento es concebido desde la óptica del Gobierno de EE.UU. y en sí mismo, no puede despojarse de una visión injerencista que no es nueva.

Por otro lado: ¿Quién puede asegurar la continuidad de la política actual del futuro presidente que se elija en noviembre, sea hombre o mujer?, aunque la valoración de la funcionaria diplomática cubana resalta que es un paso de avance en el sentido de dejar una guía que pueda servir para el nuevo inquilino de la Casa Blanca.

Debe saberse que la directiva no oculta —es visible desde los primeros párrafos— de que el objetivo de la política de Estados Unidos es lograr el avance de los intereses de ese país en Cuba, desde promover cambios en el orden político, económico y social y el interés marcado de desarrollar el sector privado en nuestro país, independientemente de la mirada fija hacia los jóvenes.

Literalmente el contenido de la directiva es controversial en muchos aspectos y pone en tela de juicio la verdadera esencia del programa de Obama y es oportuno recordar una expresión lapidaria de Martí.

El 18 de mayo de 1895 en la carta a su amigo mexicano Mercado dejó bien clara su posición de cuanto había hecho hasta entonces, y haría, tenía como fin: “impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”.

Y ese poder hegemónico es el que trata la administración norteamericana de entronizar en Cuba, mientras se ha propuesto debilitar los movimientos progresistas de la región, insuflando dinero a las oligarquías y a los que venden a sus pueblos por míseras migajas.

En un artículo del prestigioso ensayista Roberto Fernández Retamar, director de Casa de Las Américas, sobre la grandeza literaria de Martí dijo: ¿Quién puede olvidar que el último texto público del Che Guevara, su mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental, comienza con una cita martiana:“ Es la hora de los hornos…”.

Y en este minuto la mejor manera de recordar a Martí es concibiéndolo como lo definiría Juan Marinello, profundo conocedor de su obra de que “en el camino hacia José Martí se alzará siempre un gran obstáculo: su unidad”, reclamada permanentemente por su mejor discípulo: Fidel Castro.

Cada vez más han sido los países, que en representación de sus pueblos han votado a favor de la eliminación del bloqueo, a no dudar por lo expresado por el más universal de los cubanos: “Quien esconde por miedo su opinión, y como un crimen la oculta en el fondo del pecho, y con su ocultación favorece a los tiranos, es tan cobarde como el que en lo recio del combate vuelve grupa y abandona la lanza al enemigo”.

Fidel Castro, otro gran pensador, en su artículo: Triunfarán las ideas justas o triunfará el desastre”, del 1ro. de septiembre del 2014, sentenció: “No hay peor precio que capitular al enemigo que sin razón ni derecho te arremete… La política del imperio es tan dramáticamente ridícula que no tardará mucho en pasar al basurero de la historia. (…) Algo que se ha convertido en un símbolo de la política imperial es el cinismo”.