Camagüey.- Así contestaba el general de brigada Eugenio Sánchez Agramonte a su hija Ana María, con fecha 5 de junio de 1897, ante el reclamo que esta le hacía desde Nueva York, donde permanecía exiliada la familia camagüeyana, mientras aquí se libraba la gesta independentista iniciada por José Martí el 24 de febrero de 1895.
Eugenio nació en la ciudad de Puerto Príncipe el 17 de abril de 1865, en el seno de una de las familias más prestigiosas y acomodadas del territorio, pero los Sánchez Agramonte, al igual que otras familias que abrazaron la causa de la libertad, lo abandonaron todo para marchar a la manigua recién comenzada la Guerra de los Diez Años, escenario en el que permanecieron hasta 1871 cuando capturados por el enemigo fueron deportados a Nueva York.
En los Estados Unidos Eugenio estudia, primero, en una escuela pública y, luego en el Saint John´s hasta 1880 en que regresa a su natal Camagüey y concluye el bachillerato. Seis años después matricula la carrera de Medicina en la Universidad de La Habana, donde se hace licenciado para ejercer en Isla de Pinos y en Puerto Príncipe como médico forense y director del hospital del Carmen, según apuntes del historiador Gustavo Sed Nieves en su compendio de Generales Camagüeyanos.
Investigaciones al respecto señalan que Eugenio militó inicialmente en las filas del Partido Autonomista, al creer, como le sucedió a muchos, en las reformas prometidas por la Corona, pero al darse cuenta del engaño, se une a Salvador Cisneros Betancourt en los preparativos de la Guerra Necesaria que desde el exterior organiza Martí a través del Partido Revolucionario Cubano, por lo que al incorporarse los camagüeyanos a esta nueva etapa de lucha en junio del `95, se puso a las órdenes de Máximo Gómez, junto al que marcha hasta La Habana como médico del cuartel general.
Por su destacada participación en esta contienda gana los grados de coronel y luego es ascendido a general de brigada el 4 de diciembre de 1895 para ocupar la jefatura del Cuerpo de Sanidad Militar del Ejército Libertador, el que organiza e integra con colegas suyos, estomatólogos, farmacéuticos y estudiantes.
El médico mambí, quien se mantuvo en este puesto hasta finalizada la contienda, también asumió la creación de hospitales de sangre en los lugares que estimó necesarios, y se ocupó personalmente por la distribución equitativa de medicamentos y material quirúrgico llegados a nuestro país a través de expediciones u otras vías.
Instaurada la república neocolonial, Sánchez Agramonte fue director de la Casa de Beneficencia, presidente del Senado y secretario de Agricultura e interino de Hacienda y Sanidad.
Aunque permaneció en La Habana, nunca olvidó a su tierra natal, y un ejemplo de ello lo encontramos en las Actas Capitulares del Ayuntamiento de Camagüey, del 6 de noviembre de 1907, en la que el alcalde de la localidad dio a conocer que había solicitado mediante telegrama al Dr. Eugenio Sánchez que asistiera, en representación de esta administración, al acto solemne donde le fue entregada la medalla “Mary Kimbley” al también camagüeyano Carlos J. Finlay, acta en la que consta, según respuesta de Eugenio, el honor y satisfacción que constituyó para él tal designación.
Eugenio Sánchez Agramonte, aquel digno camagüeyano, médico mambí, falleció en La Habana el 9 de marzo de 1933, hace 72 años.