“Es mucho trabajo pero no me importa, ¡me gusta! Es nuestro granito de arena para que la ciencia avance. ¡Lo hacemos con tremendo gusto!”, me dice en algún momento de la conversación la doctora Alina Tejeda, y así se ilustra la grandeza de su corazón y se resume su entrega, tanto que dice que ya perdió el nombre pues para muchos es, “Alina vacuna”, me comenta entre risas.