CAMAGÜEY.- Estas letras no le regresarán la corriente, tampoco encenderán la hornilla para que cocine a los suyos ni harán que el ventilador funcione para disminuirles el calor a los niños de casa; por solo citar algunas de las desesperaciones en las que nos colocan los molestos apagones, que también afectan la economía, nuestras funciones laborales y hasta la estabilidad del país.

“Nadie diseña un circuito eléctrico para apagarlo”, nos decía con toda la lógica del mundo Juan Carlos Lacaba Jofre, uno de los expertos de la Empresa Eléctrica Provincial a los que acudimos para buscar respuestas y poder entender como funciona el tan mencionado por estos días Sistema Electroenergético Nacional (SEN).

Antes de 1959 el SEN no existía, Cuba solo generaba 397 megawatts, 397 000 kilowatts, distribuidos en sistemas aislados, no interconectados, típico de un país subdesarrollado. La electricidad llegaba apenas al 56 % de la población, estimada entonces en unos 6 millones 500 000 habitantes. En los campos de Cuba, las montañas, las zonas intrincadas, seguía siendo un sueño.

Las líneas de 110 000 voltios no permitían un enlace a un sistema único. Camagüey solo tenía electrificado por la mal llamada Compañía Cubana de Electricidad a Carlos Manuel de Céspedes, Florida, la capital provincial, Minas y Nuevitas. Los bateyes azucareros contaban con ese servicio en tiempo de zafra, el resto del año no. Y en otros pocos lugares funcionaban pequeñas plantas privadas. Con la Revolución surgieron las líneas de 220 000 voltios que permiten transferir energía de un lugar a otro de la geografía nacional.

Ello permitió incrementar los hogares electrificados en el país al punto que hoy la electrificación supera el 98 %, solo comparado con países desarrollados o mucho más ricos que Cuba en recursos naturales. José Manuel García Acosta, otro de los expertos consultados, explica que para mantener esos niveles los países del primer mundo tienen cuatro niveles de generación: la generación base, la de reserva, la reserva lista y la reserva fría.

“En Cuba, aunque constituyó siempre un propósito, las condiciones materiales y la guerra económica impidieron completar esos niveles. Hoy tenemos la generación base y la distribuida o grupos electrógenos como popularmente se les conoce a los generadores adquiridos durante la Revolución Energética, una gran idea, nadie lo dude, pues surgieron para apoyar en los picos”, explicó García Acosta.

Foto: Rodolfo Blanco Cué / ACNFoto: Rodolfo Blanco Cué / ACN

¿QUÉ PASA HOY?

Todo ese trabajo de diseño de redes requiere un respaldo de generación detrás. Cuba cuenta hoy con 20 unidades generadoras distribuidas en ocho centrales termoeléctricas que vienen para un período de vida útil de 30 años, y el promedio de explotación de las nuestras es de 37,5 en condiciones atípicas, gracias al esfuerzo de mucha gente. Sin embargo, su disponibilidad no rebasa el 50.2 %. Por las condiciones económicas del país no se han podido ejecutar las inversiones para la generación que respalden tan alto grado de electrificación, a lo que se suma una matriz de cocción mayoritariamente eléctrica.

Según explica José Manuel —quien entre sus muchas responsabilidades en el sector tuvo la de dirigir la empresa que brinda mantenimiento a las centrales termoeléctricas— cuando se decidió procesar el crudo cubano se sabía que por su elevado contenido de azufre, además de mucho sólido en quemado, las unidades generadoras necesitarían más mantenimientos.

“Ese azufre en tuberías y calderas acelera el proceso de corrosión de los metales y por eso ocurren tantas averías en las calderas, principalmente salideros. Además, una tonelada de nuestro crudo produce menos kilocalorías que una del importado y por tanto la máquina no funciona al 100 % de su capacidad”.

Con la experiencia de años dedicados a este mundo, el también profesor de muchos de los eléctricos camagüeyanos asegura que aun cuando hay unidades fuera por averías y la situación resulta tensa, es mejor parar las unidades y darles mantenimiento, de lo contrario se rompen y permanecen mayor tiempo fuera del sistema.

En similar situación se encuentra la generación distribuida, explican los especialistas. Según información ofrecida recientemente por el Ministerio de Energía y Minas, más del 50 % de la capacidad instalada en los grupos electrógenos está fuera de servicio por falta de repuestos y agregados para la reparación de los motores y en otros casos limitada por haber arribado a las horas de operación autorizadas y en espera de sus mantenimientos. En su momento eran tecnología de punta, 16 años después los fabricantes no producen esas piezas de repuesto, afectando su disponibilidad técnica.

García Acosta abundó que la generación distribuida se pensó para asumir la demanda del pico, cuatro o cinco horas de uso, pero con el paso del tiempo hubo que utilizarlos hasta 16 horas diarias, lo que acortó también sus ciclos de vida.

Lacaba Jofre explica que los apagones se producen porque al no estar a punto toda la generación de electricidad, la demanda supera la capacidad de generación, “a esa diferencia en lenguaje técnico le llaman déficit”. La demanda se mueve de acuerdo con los horarios, explican los especialistas, una demanda media (durante el día), una máxima (horario pico) y una mínima (madrugada).

Camagüey en horario pico, que como promedio provincial ocurre a las 9:00 p.m., consume entre 150 y 160 MW y el promedio durante el día oscila entre 100 y 120 MW. Esta semana, por ejemplo, el déficit ha oscilado entre 50 y 70 MW, lo que significa en matemática simple, que por cada 12 horas ha habido que apagar al 50 % de los clientes de la provincia.

El territorio no es de los que más consume, corresponde a la media del país; pero constituye el sexto con más clientes. La cantidad de déficit se distribuye en el país de acuerdo con la demanda, por lo cual no somos de los afectados pero tampoco de los menos, explican los expertos. Ante una demanda de 100, si el sistema genera solo 40, hay dos opciones: poner un generador de 60 o apagarlo; y si no lo desconecta manualmente, se autoprotege desconectándose de manera desordenada.

EL AHORRO SIGUE SIENDO CLAVE

La única fórmula para bajar la demanda radica en ahorrar, lo repetimos y no es muela. No crea usted que con apagones el país ahorra. Piense a gran escala qué sucede en casa cuando viene la luz: tratamos de recuperar todo lo que no pudimos hacer, y eso genera también un incremento de la demanda. Un bombillo que apaguemos mientras tenemos electricidad representa menos MW a producir por el SEN, puede significar que a otro no se le vaya o que a usted le falte menos tiempo, porque demanda, generación y déficit ocurren en tiempo real.

José Manuel Acosta explicó que el ahorro en casa impacta en dos aspectos fundamentales: baja la facturación y ayuda al país porque el consumo es menor. “Para que el cliente consuma 100 kilowatts el sistema debe generar entre 110 y 120 por la pérdida en la transportación”.

Los expertos aseguran que después del apagón viene un sobreconsumo, porque se cocina, se bombea agua, se lava, encienden los refrigeradores y televisores, y ello puede provocar disparos en las líneas por sobrecargas no relacionadas con los cortes programados. También en estos días ha sucedido que luego de restablecido el servicio, se hacen evidentes ciertas averías, cuyas soluciones incrementan los tiempos de afectación, a lo cual se une que los interruptores se operan manualmente.

El apagón deviene una fórmula de perder y perder, estanca la economía, no hay producción, ni ventas, los procesos se vuelven más lentos, y se afectan los estados de ánimo de las personas.

Como explicara el presidente Díaz-Canel, la perspectiva es que el SEN se recupere paulatinamente, con el esfuerzo de mucha gente, con la experiencia y la juventud de personas que pasan horas buscando alternativas y pensando cómo afectar lo menos posible a la población.

No imaginamos los usuarios cuán tenso se torna un despacho cuando del nacional mandan a quitar cargas al sistema, sin tocar los circuitos de hospitales, o donde viven niños acoplados cuya vida depende de la electricidad, por solo citar dos ejemplos, porque aun en difíciles condiciones este país se preocupa por el ser humano, por la gente, que sigue siendo lo esencial.

Estas líneas no disminuyen su tiempo sin corriente ni acaban los apagones. Mas, ojalá le sirvan para comprender que no es un capricho de alguien quitar la electricidad, que Cuba realiza un esfuerzo extraordinario para mantener indicadores de primer mundo en las más sensibles esferas a pesar de una economía subdesarrollada y asediada. La campaña de descrédito y manipulación es brutal, se nos acusa de todo, pero intentemos no apagar la razón.