CAMAGÜEY.- Cuentan que a inicios del siglo XIX, para señalar el carácter negativo de un ciudadano o describir una situación difícil, las personas dieron fama a la frase: “es peor que Aponte”. No en vano la metrópoli española popularizó aquellas palabras que pintaban de villano al nombre que logró infundirles un temor real: José Antonio Aponte Ularraga.

Bajo el manto del desprecio infundido hacia aquel hombre se quiso anular su quehacer, hoy casi desconocido por los cubanos. Su obra va más allá de una acción reacción al colonialista y la imagen de líder de la sublevación se ofrece fragmentada y se ha subestimado, con leves barnices en los libros de texto de Historia. La lucha contra la esclavitud, por los derechos de los oprimidos y la reivindicación de un solo concepto de raza: la humana, florecieron en la mente de un Aponte de valores atemporales.

“¿Qué se sabía del negro conspirador Aponte, muerto en 1812, con ocho de sus compañeros? Vivía en la calle Jesús Peregrino”, escribió en sus Obras Completas nuestro Héroe Nacional, José Martí Pérez. La brevedad de la respuesta, a su propia pregunta, dice cuán inexplorado permanecía el universo que rodeaba la figura del rebelde. Y la interrogante del pasado vuelve a convertirse en una incógnita para nuestro presente. Un acercamiento a las interioridades de aquel liberto es luz contra las sombras del olvido y otra piedra angular para los múltiples estudios de nuestra cubanía.

GÉNESIS DEL INSURRECTO

Hasta hoy, solo se conserva una foto reconstruida, basada en un modelo, de la apariencia física de Aponte. No obstante, las aproximaciones de una instantánea no pesan tanto como los pequeños trozos de sí mismo que fue dejando en los espacios que frecuentó.

El historiador Ernesto Limia Díaz refiere en su artículo José Antonio Aponte: relectura de una epopeya, que “era un hombre de cultura universal, algo inusual entre los negros cubanos durante aquella época. En su casa conservaba títulos de mucho valor, entre otros, guardaba la Descripción de diferentes piezas de historia natural las más del ramo marítimo, representadas en setenta y cinco láminas, con imágenes de la naturaleza mineral, vegetal y animal de la isla reproducidas por el gabinete naturalista del militar portugués Antonio Parra (...)”.

La presidenta de la cátedra honorífica José Antonio Aponte, de la filial del ISA de Camagüey, Rosa María Rodríguez Argilagos, también reconoce los motivos que hicieron crecer espiritualmente a Ulabarra: “leyó a Cervantes, los clásicos españoles, La Biblia, tenía el primer manual de Gramática Castellana, editado en el siglo XV. Además, disponía de los cuatro tomos de la colección de las ordenanzas militares publicadas por Carlos III, en 1765, en sus páginas aparecían los planos de batalla con la disposición del ejército español en los distintos teatros de operación para elaborar sus estrategias”.

Todo aquel conocimiento lo mezcló con “lo ocurrido en la Guerra de independencia de Haití y los alzamientos en Santo Domingo. Simpatizó con la epopeya de los haitianos, quienes obtuvieron su soberanía de una potencia militar como Francia”, enfatiza la especialista y puntualiza la significación de su viaje a Santo Domingo para crear su propia conciencia de la necesidad de quebrar las cadenas de la esclavitud tras apreciar los levantamientos de Mendoza y Mojarra.

Precisa Limia Díaz que “(…) participó en el escenario caribeño de la guerra de independencia de Estados Unidos, después de la decisiva batalla de Yorktown, en 1782 estuvo en la toma de Nueva Providencia bajo las órdenes del general santiaguero Juan Manuel Cagigal, como parte del Batallón de Milicias Disciplinadas de Pardos y Morenos Libres de La Habana, que integraba desde 1777”.

Queda claro que el contacto con el campo de batalla, de manera directa o a través de la literatura, contribuyeron a la gestación de su plan de independencia. Sin embargo, para Rosa María, Aponte, “fue producto de la división social de clase en el sistema colonial. Sus raíces estaban basadas en la vivencias de la esclavitud, que le llegaron de su árbol genealógico. Esas injusticias lo condujeron a idealizar cómo se debía resolver en la nación tal problemática”.

El oficio como carpintero de una cofradía y su dirección frente al cabildo Shangó-Tedum, le granjearon la confianza de seguidores no solo en La Habana, sino en otras regiones del país. Desde ese cargo pudo apreciar con mayor claridad las dimensiones de la discriminación, de quienes no fueran de piel blanca o simplemente gente pobre y sencilla. Se precisaba la unidad de todos ellos antes de empuñar las armas. Debían comprender que enfrentarían al opresor bajo un objetivo común. Había que depositar la luz del conocimiento y la disciplina entre los sublevados.

CONSPIRACIÓN Y EDUCACIÓN

¿Qué hizo Aponte para educar a sus seguidores? Pues creó un Libro de Pinturas, de 72 láminas. “Contenían personajes reales y mitológicos, hizo mapas urbanos, paisajes, acontecimientos trascendentales, rituales… vinculados a pasajes africanos. Se alzaba como una compendio de alegorías a los héroes negros, expresión del deseo de hacer una historia para ellos”, comenta Rodríguez Argilagos.

Aquellas imágenes, reproducidas por el joven pintor José Trinidad Núñez, se apoyaban en La Biblia. “Fue capaz de sistematizar los elementos de la presencia africana, de ese libro sagrado, y la manipuló de forma tal que enseñó a todos sus discípulos y les dio una personalidad al decirles que ellos también se encontraban representados ahí junto a sus héroes y personajes. La emancipación, sin duda alguna, también fue mental”, asegura la Dra. en Ciencias Sociológicas e investigadora, Kezia Zabrina Henry Knight.

Abunda Ernesto Limia que el cuaderno tenía “(…) un plano detallado de La Habana”, que mostraba caminos, iglesias, quintas, ingenios y otros enclaves importantes como la casa de la pólvora y los castillos de Atarés y El Morro, “(…) el mayor énfasis durante los encuentros sostenidos con sus compañeros lo hacía en la Revolución de Haití, donde esclavos harapientos y desnudos (…) consiguieron su libertad (...)”.

Henry Knight refiere sobre las más de ocho horas de juicio en las que “debió explicar de principio a fin, los significados del libro que fue hecho seis años antes de la sublevación. Su inteligencia fue tal que la metrópoli los invisibilizó a su creación y a él para anular su pensamiento. La ciencia quiso demostrar durante siglos la incapacidad intelectual y moral del negro, no obstante, Aponte, destruyó esa teoría. Y aquel fue su principal delito.

En ese texto, donde también escribió décimas y redondillas, colocó sin ninguna distinción racial, sino con una mirada inclusiva, a George Washington y a Toussaint Louverture, en igual posición. Tenía una estrategia de cómo podía comportarse el proyecto liberador de Cuba y evitar lo que pasó en Haití. Hay que destacar que la masonería fue un vehículo acertado para transmitir, de manera oculta, la sabiduría vertida en los diferentes dibujos”.

LA LIBERTAD GUIANDO AL PUEBLO

El día señalado llegó. “Fidelísimos habaneros y compatriotas llegó el tiempo de nuestra infeliz o feliz ventura, mis deseos son bastante de buena felicidad (…), arengaba su proclama, clavada, el 15 de marzo, por Francisco Javier Pacheco en la puerta del Palacio de los Capitanes Generales”.

En su investigación, Ernesto Limia, argumenta que dos de sus hombres, Barbier y Lisundia, “esa noche (…) comandaron el levantamiento en Peñas Altas: le prendieron fuego y mataron a las cinco personas blancas que trabajaban en la hacienda, propiedad del teniente coronel Juan de Santa Cruz. Luego reunieron a los esclavos, proclamaron su libertad y los convocaron a sumarse; de allí partieron hacia el Trinidad, donde se repitieron los hechos. Muertos diez blancos y dos ingenios pulverizados, la alarma se disparó en toda la zona, y en las mañana del lunes 16 de marzo los rebeldes fueron rechazados cuando intentaban insurreccionar la dotación del Santa Ana”.

Antes, Bayamo, Holguín, Santiago de Cuba se habían sumado a la insurrección, pero los ecos libertarios se escucharon con mayor resonancia en Puerto Príncipe. Afirma Rosa María que “esta región fue la primera en secundar la orden de Aponte en ingenios como Maraguán, El Jobo, La Candelaria y Malantilla. Las fuerzas coloniales, unidas a las milicias blancas derrotaron el movimiento. Posteriormente, ahorcaron y decapitaron a los negros en la Plaza de Armas, hoy Parque Agramonte, para que sirviera de escarmiento. Encarcelaron o desterraron a La Florida a unos 170 mientras, a otros, los ejecutaron el 29 de enero de 1812. Entre ellos se encontraban Calixto Gutiérrez, Nicolás Montalván, Fermín Rabelo, José Miguel González y Ramón Recio”.

Las delaciones, siempre nocivas, atentaron contra el éxito del proyecto de José Antonio. Después de detenerlo, lo enjuiciaron y condenaron a la pena de horca junto a Clemente Chacón, Salvador Ternero, Juan Bautista Lisundia, Estanislao Aguilar, Juan Barbier, Esteban, Tomás y Joaquín, el 9 de abril de 1812. Su muerte fue solo física.

Camagüey fue la primera provincia del país en realizar un tributo a la rebelión de Aponte, con la inauguración de una tarja de bronce, en el Parque Agramonte. Quedó develada en enero del 2012, con la presencia del doctor Fernando Martínez Heredia, director del Centro Juan Marinello, y el investigador y escritor Heriberto Feraudy Espino.Camagüey fue la primera provincia del país en realizar un tributo a la rebelión de Aponte, con la inauguración de una tarja de bronce, en el Parque Agramonte. Quedó develada en enero del 2012, con la presencia del doctor Fernando Martínez Heredia, director del Centro Juan Marinello, y el investigador y escritor Heriberto Feraudy Espino.

BANDERAS QUE REIVINDICAN

“Cuántos próceres negros no tuvieron nuestras gestas independentistas, que alcanzaron altos grados y fueron determinantes en los campos de batalla. Existió una levantamiento del Partido Independiente de Color, a cien años de la sublevación, que demostró que Aponte todavía vivía”, comentó el Presidente del Comité de la Ruta del Esclavo, en Camagüey, Yoelxis Pilliner López.

Rememora el especialista que al triunfo de la Revolución, “el 1ro. de enero de 1959 nuestro Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, habló de la necesidad de luchar contra cualquier tipo de desigualdades. Las familias no deben enseñar a ver a sus hijos en colores. Con su ejemplo y filosofía, personalidades de la talla de José Martí, con su amplio quehacer antiesclavista, Juan Gualberto Gómez, Antonio Maceo, Nicolás Guillén y no cubanos como Máximo Gómez, Henry Reaves y Ernesto Che Guevara, han continuado el camino de Aponte.

“Tanto el Comité de la Ruta del Esclavo, la Fundación Nicolás Guillén, la Comisión Aponte de la Uneac y la Cátedra Honorífica José Antonio Aponte de la Universidad de las Artes, convergemos en contra de los rezagos de racismo y discriminación racial que, de forma involuntaria o consciente, persisten en las sociedades. Por indicaciones del presidente, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, hoy el gobierno ejecuta el Programa de Desarrollo Humano, Equidad y Justicia Social en función de disminuir y enfrentar esos problemas”.

El poeta Nacional de Cuba, Nicolás Guillén, máximo exponente de la poesía negrista, dijo que con las chispas creadas por José Antonio “(…) se comenzó a fraguar la emancipación cubana”. El destacado intelectual, José Elías Entralgo Vallina, comparó su epopeya con la del esclavo y gladiador tracio, Espartaco.

“¿Qué se sabía del negro conspirador Aponte (…)?”, nos vuelve a preguntar nuestro Héroe Nacional, mientras transitamos por el aniversario 210 de aquellos acontecimientos. La práctica de sus ideales y respeto universal del ser humano como una sola raza, será la mejor ofrenda de respeto a este rebelde cuyo pecado mortal derivó de una acción: pensar.