Cuando rompió el alba, el 11 de octubre de 1868, la población camagüeyana despertó bajo el ir y venir de las tropas colonialistas españolas. Las iglesias y plazas eran tomadas como puntos estratégicos para reducir cualquier insurrección semejante a la ocurrida en Bayamo, un día antes. Se vivía un estado de excepción, dictado por el teniente gobernador, Julián de Mena ¿evitaría otro alzamiento? Pues el cuatro de noviembre, una partida de audaces jinetes se dirigían a Las Clavellinas para responder al oficial español.