El filme de terror ideado por las autoridades norteamericanas para presentar a Cuba como incumplidora de la Convención de Viena, al no proteger a sus funcionarios diplomáticos acreditados en el país, víctimas de supuestos ataques sónicos, fue desmontado pieza por pieza por investigadores criminalistas y científicos cubanos que demostraron la falacia de su argumento.