“Revolucionario sin tacha”, sentenció el Che, con el aval de Juan Almeida, quien lo valoró como “…uno de los compañeros de más prestigio en México”; preclaro, líder, valiente, concuerdan compañeros; afable, cariñoso, buen hijo y hermano, acotan amigos y familiares; hermoso y apuesto, simpático, alegre, caballeroso, comentan entre suspiros “las viejas” Cheya y Cuca, vecinas de la calle Medio.