Cándido González Morales.Foto: ArchivoCándido González Morales.Foto: ArchivoCAMAGÜEY.-“Revolucionario sin tacha”, sentenció el Che, con el aval de Juan Almeida, quien lo valoró como “…uno de los compañeros de más prestigio en México”; preclaro, líder, valiente, concuerdan compañeros; afable, cariñoso, buen hijo y hermano, acotan amigos y familiares; hermoso y apuesto, simpático, alegre, caballeroso, comentan entre suspiros “las viejas” Cheya y Cuca, vecinas de la calle Medio.

Es Cándido González Morales, el joven que el 8 de julio de 1956, en carta a su hermana definía: “La vida no tiene sentido si no se lleva con honra y dignidad. No cederé en mis afanes si ello equivale a la claudicación. Eso sería doblar la cerviz y vivir de rodillas y yo así no puedo vivir. Jamás claudicaré. Es mejor vivir, vivir para la eternidad después del deber cumplido que vivir sin decoro”.

La vida del fiel seguidor de Fidel se trunca el 8 de diciembre de 1956, después del combate de Alegría de Pío, está entre los seis denunciados al enemigo en la boca del río Toro, muy extenuado por las afectaciones pulmonares, secuela de las torturas recibidas en la cárcel de México; no obstante, logra escapar de los asesinos y esconderse entre la manigua, no lejos de la casa donde fueron masacrados José Smith, Miguel Cabañas, Ñico López y David Royo, pero ya no le quedan fuerzas ni aliento para alejarse del lugar... a las tres de la tarde es descubierto y asesinado a mansalva.

PERPETUIDAD Y COMPROMISO

En este, su Camagüey de luchas estudiantiles y abierto enfrentamiento al régimen de Fulgencio Batista, no son pocos los espacios que perpetuan su memoria desde su nombre: la Escuela Provincial del Partido, el estadio de béisbol, una comunidad donde estuvo enclavado un central azucarero, más de una agrupación productiva agropecuaria… y dos politécnicos, uno ferroviario y el otro de Economía, este último, resultado de las luchas que encabezó el joven desde finales de la década del ‘40 del siglo pasado para la construcción de un local propio para la Escuela Profesional de Comercio.

En el actual Instituto Politécnico de Economía, que ostenta el nombre del insigne camagüeyano (por adopción pues nació en Puerto Padre, actual provincia de Las Tunas) profesores, trabajadores y alumnos honran, desde lo cotidiano, la memoria de él y otra pléyade de alumnos héroes, mártires y combatientes, como Rodolfo Ramírez Esquivel, Horacio Cobiella, Noel Fernández, Tato Rodríguez Vedo y Paco Cabrera.

Fotos: Orlando Durán Hernández/AdelanteFotos: Orlando Durán Hernández/AdelanteElena Cid Sosa, presidenta de la FEEM: “Se produce esta conmemoración cuando aún laten nuestros corazones de dolor por la reciente partida de Fidel a la inmortalidad, imagino que igual sentimiento vivirían los familiares y amigos cercanos de Cándido González, luego de saber de su trágica muerte, pocos días después del desembarco del Granma.

Sabemos que fue uno de los hombres de confianza del Comandante en Jefe durante el exilio en México, de su valentía para enfrentar a la tiranía de Batista desde las propias aulas de esta escuela de la que fue estudiante, eso, sin dudas, es un compromiso para nosotros, y para nuestros profesores, compromiso que se ratifica en ser cada día mejores alumnos, mantener vivo el recuerdo de Cándido estudiando cada detalle, cada testimonio, todo lo que podamos conocer sobre este joven tan grande de la última etapa de la historia de la lucha revolucionaria”.

Al combatiente y economista Antonio Agustín Fontes Carbajo lo encontré en el Politécnico, como miembro de la comisión organizadora del acto provincial por el aniversario 60 de la caída en combate de Cándido: “Se merece un digno homenaje”, me dijo.

La conversación con Fontes podría abarcar algo más que el espacio que hoy le dedicamos al mártir, por suerte tuvo la previsión de plasmar sus testimonios en el libro Volcán fuerza tres, editado en los años 2003 y 2012, no obstante, siempre es imprescindible recordar: “Después de los sucesos del Moncada, un día, reunidos en la casa de Raúl García Peláez (fallecido) fue muy visionario cuando nos dijo que no habíamos perdido, que la batalla estaba aún por venir, desde entonces se identificó con la figura de Fidel como el principal líder de la Revolución, al que se unió en el exilio, al que acompañó como uno de sus hombres de confianza. La noticia de su trágica muerte nos llegó junto con la de que Fidel estaba vivo. Estábamos presos, pero eso no impidió que hiciéramos un acto y cantáramos el Himno Nacional”.