Aprobada el 1 de julio del año que le da nombre, la Constitución del 40 podría haber sido perfectible en mucho, como toda obra humana. Sin embargo, a 82 años de aquel acontecimiento, una mirada consecuente y honesta realzará ante todo lo fiel que fue a su tiempo y al espíritu de sus ilustres antecesoras, y su contribución a una jurisprudencia progresista, con claro apego a la justicia, el civismo, la dignidad humana y los valores patrios.