Historia

Artículos de corte histórico. Dossier de personalidades y hechos históricos.



El Mayor, Ignacio Agramonte Loynaz, es una de las genuinas representaciones de las buenas obras del pueblo camagüeyano. Por excelencia, mencionar su nombre resulta una expresión de apego por la libertad y la mejor estampa de las cualidades morales de esta tierra donde nació. Su incorporación al llamado de la libertad, el 11 de noviembre de 1868, fue su abrazo definitivo a las ideas independentistas y el reflejo del amor incondicional por la Patria. Esa misma conclusión la apreciamos cuando nos adentramos en la visión que que de nuestro héroe epónimo, tuvo el generalísimo Máximo Gómez Báez.

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Con prisas y un fuerte sentimiento patriótico unitario, el cuatro de noviembre de 1868 se produjo la entrada de los camagüeyanos a la primera guerra de independencia, iniciada por Carlos Manuel de Céspedes, con el alzamiento de 76 combatientes en el Paso de las Clavellinas del río Saramaguaicán, a tres leguas (13 km) de Puerto Príncipe, en el camino de Nuevitas.

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Aquellos primeros mambises, liderados por Carlos Manuel de Céspedes, se levantaron en La Demajagua el 10 de octubre de 1868, sin reparar en la desproporción frente a las fuerzas de la metrópoli, que llegó a encuadrar 100 mil soldados contra los cuales se alzaron pertrechados esencialmente con el machete utilizado en labores agrícolas.

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Nadie puede ignorarlo: aún en la fecha luctuosa que rememora su desaparición física -28 de octubre de 1959-, de manera invariable Camilo Cienfuegos ilumina al pueblo cubano con la fuerza de su coraje sin límites y de su alborozo.

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La Reconcentración de Weyler, acción genocida contra los cubanos

Contra los patriotas alzados en armas Madrid envió a Cuba en 1896 al general Valeriano Weyler, quien para evitar el apoyo de los campesinos a la insurrección aplicó una reconcentración forzosa en pueblos y ciudades de casi toda la población rural, condenada así a sobrevivir en lugares sin las mínimas condiciones de vida y bajo una implacable represión.


A principios de noviembre del año 1868, unos 76 jinetes camagüeyanos se reunieron en el Paso de las Clavellinas para secundar el Grito de Yara, acontecido el 10 de octubre en la finca La Demajagua. Uno de aquellos montaraces, la mayoría de extracción acomodada, fue el hacendado Ignacio Mora de la Pera, inseparable a su fiel esposa y al espíritu independentista que hasta la muerte lo arropó.


El inicio de la revolución en Cuba

En la madrugada del 10 de octubre de 1868, la campana del ingenio La Demajagua replicó a arrebato y los esclavos coincidieron en la plazoleta con hombres libres, campesinos y gente de la ciudad y oyeron juntos al dueño de la hacienda, Carlos Manuel de Céspedes, hablar de guerra contra España, de independencia, de Patria.


La luz del Che Guevara en Camagüey

Buena parte de la iconografía de la Revolución Cubana tiene los rostros de Fidel y el Che. Aunque no coincidieron en Camagüey luego del triunfo de enero de 1959 la tierra de Ignacio Agramonte se precia de guardar estampas marcadas por el nacido en Rosario, Argentina, y que muriera en Bolivia el 9 de octubre de 1967.


Sólo 35 de sus mejores jinetes acompañaron al Mayor General Ignacio Agramonte Loynaz el ocho de octubre de 1871, en el rescate al brigadier Julio Sanguily, la fulgurante y exitosa acción de la caballería camagüeyana, que derrotó a una columna española de 120 efectivos mejor equipados –algunos afirmaron que eran 300-, en las sabanas cercanas a Puerto del Príncipe.