Contra los patriotas alzados en armas Madrid envió a Cuba en 1896 al general Valeriano Weyler, quien para evitar el apoyo de los campesinos a la insurrección aplicó una reconcentración forzosa en pueblos y ciudades de casi toda la población rural, condenada así a sobrevivir en lugares sin las mínimas condiciones de vida y bajo una implacable represión.