El teatro, en Cuba, suele nacer a contracorriente. Pero cuando logra llegar a escena, lo hace con la fuerza de una necesidad vital. Así se sintió el estreno de Delirio, del colectivo Kaizen Teatro, dirigido por Yoshiaky Méndez. No fue solo la primera función de una obra; fue la fundación simbólica de una apuesta: hacer teatro desde Camagüey, con lo que hay, con quienes están, con lo que se sueña.

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Camagüey acoge el estreno en esta ciudad, el próximo 24 de abril, de una nueva versión de Delirio habanero, obra icónica del dramaturgo cubano Alberto Pedro, ahora reimaginada por el colectivo Kaizen Teatro.

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Novedoso homenaje a Rashomon e

Por primera vez, el proyecto sociocultural MangaQ'ba convocó a un concurso de carteles durante la Jornada por la cultura japonesa Hanami 2025. El tema fue la película Rashomon, del director Akira Kurosawa, con motivo de su aniversario 75.

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A las cuatro de la tarde, justo cuando el apagón programado dejó a oscuras la sala José Marín Varona en Camagüey, comenzó un concierto íntimo y profundamente simbólico. El barítono español Luis Alberto Llaneza, con más de 25 años de vínculos con Cuba, ofreció un repertorio que cruzó siglos, geografías y emociones, en una ciudad atravesada por el cansancio de los cortes eléctricos y el desánimo social. Pero la música —y una pequeña batería que salvó al piano eléctrico de la pianista camagüeyana Yalim Toledo— hizo su milagro cotidiano: insistir.

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Desde este miércoles y hasta el domingo 20 de abril transcurre en Camagüey la Jornada por la cultura japonesa Hanami 2025, que organiza cada año el proyecto sociocultural MangaQ'ba, dedicada en esta edición al cine japonés.


Bajo una lona azul, roja y verde, Camagüey vive una escena largamente esperada: volvió la carpa del Circo Areíto. Levantada en el Casino Campestre.


La Galería Fidelio Ponce acoge desde este lunes la exposición itinerante La iconografía de Felipe Guaman Poma de Ayala en su Nueva crónica y buen gobierno, inaugurada oficialmente por el embajador de Perú en Cuba, Gonzalo Guillén.


Cuando en la universidad recibíamos la asignatura de Literatura Latinoamericana, el profesor Ricardo —un joven hermoso y culto— nos despertó esa voracidad por leer, por leer de verdad, a los escritores del boom. En una librería de libros usados, frente al parque Vidal en Santa Clara, encontré un ejemplar de La ciudad y los perros. Una edición española de 1985. Ya estaba así, como lo conservo hasta hoy: la cubierta carcomida por una esquina, el lomo comenzando a desprenderse, y adentro, aunque las polillas habían dejado su huella, no habían conseguido devorar ni una palabra de Mario Vargas Llosa.


El tiempo, la palabra y la urgencia de la síntesis

El Coloquio Nacional Orgullo de Ser Cubano nació con una vocación movilizadora: hacer del diálogo un acto fundacional que conduzca a la acción, que convoque a la Cultura y a la Educación como brazos articuladores de un nuevo consenso. Camagüey, ciudad de pactos históricos y de memorias profundas, fue el escenario perfecto. Y aunque la voluntad de encuentro fue generosa, la experiencia nos deja enseñanzas urgentes sobre los modos de decir y de construir en colectivo.