Días difíciles nos han tocado los corazones, y me refiero a los de todo el mundo. Unos, los más “fuertes” porque dependen de una economía casi a prueba de todo, han padecido de una lasitud que quizá ni imaginaron. Otros, más acostumbrados a enfrentar los avatares de naciones empobrecidas, bloqueadas o con sus recursos explotados por “extraños”, lo sienten, lo padecen más.