CAMAGÜEY.- En la multitud de los rostros de hacedores de futuro que miran con aires renovadores el XII Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas, que recién se celebró en La Habana, se halla el bastión de ideas novedosas y de buenas obras que representan los delegados de Camagüey. Dayetsi Patricia Santelices Blanco, laboratorista clínica del Hospital Oncológico Marie Curie, cuenta que después de graduada entendió que, como reflejo de la nueva generación, debía de estar allí donde fuera más útil.

“Apenas recibí mi diploma de egresada me ubicaron en ese centro médico. Al comienzo me resultó un poco difícil adaptarme porque es un espacio donde se tratan pacientes con la salud delicada, pero luego del servicio social cambié de opinión. Me fui integrando cada vez más a mi colectivo, a mi oficio y experimenté una dedicación absoluta, paciencia y amor a las personas que acudían a sanarse”, manifiesta Dayetsi, quien, a pesar de su juventud, asume cargos decisivos en su trabajo.

Sin experiencia entonces en cargos de dirección, comenta que le encomendaron la responsabilidad de jefa de laboratorio, “una labor ardua, pero ya llevo dos años con buenos resultados. He llevado esa responsabilidad y la de secretaria del Comité de Base a la par. Allí he aprendido a ser una persona sensible ante los enfermos, y con mis compañeros. Me dicen jocosamente que soy la más pequeña del grupo”.

Aclara que en sus breves vivencias como profesional atesora momentos que le impactaron en su decisión de ayudar a salvar vidas como el período de la COVID-19. “El hospital fue centro de aislamiento donde tuve que laborar en la Zona Roja y allí me expuse de manera constante a la pandemia, sin embargo, aunque vi fallecer a amistades y pacientes, no perdí la motivación para continuar salvando a personas que dependían de nuestro accionar”. Refiere Santelices Blanco que gracias a su familia ha podido cumplir con las exigencias de su oficio.

“Mi mamá y mi esposo son puntales para mi vida, tengo un niño pequeño y en ocasiones debo realizar actividades vinculadas con la militancia, las guardias de 24 horas, o salgo del trabajo muy tarde, porque tengo que supervisar y brindar un buen servicio a la población”.

Dayetsi, como aglutinadora de juventudes, apuesta por las conversaciones directas con los integrantes de la organización, y los que no lo son, para conocer sus preocupaciones, integrarlos a las actividades del centro y opinar sobre el mejor funcionamiento de la UJC en la entidad. Ese mismo método utiliza el subdirector adjunto de la Empresa Agroindustrial Azucarera Argentina, del municipio de Florida, Dariel Sosa Coello.

 

Con solo 23 años, el directivo confiesa que “siempre es un reto que un joven dirija una entidad con alrededor de 400 personas, con ocho unidades productoras que tienen más de 700 trabajadores y diversas líneas de producción, no obstante, creo que los retos son siempre necesarios para superarnos, con resultados creativos y fructíferos”.

Sosa Coello enumera varios de esos logros, como la diversificación de las producciones de glucosa y fructuosa, dirigido a la producción de sorbitol, contamos con un alambique que con la propia tecnología que tiene el central instalado y no está utilizando, se obtiene alcohol para vendérselo a la empresa de Cuba Ron para que produzca la bebida que servirá para exportar y en la planta de cal de nuestra institución, realizamos una industria de pintura de vinil”. Precisa que todas las empresas se han concretado gracias al apoyo de un universo joven muy capaz.

Desde el año 2017, cuando se graduó como técnico medio en Gestión Integral del Capital Humano, comenzó a laborar en el “Argentina”, y una vez instalado en ese, su segundo hogar, se destacó en la zafra del 2019, y en el 2023 fue nombrado con su cargo actual. “Sin juventud no hay futuro”, asegura Dariel quien expresa que de las medidas aprobadas para rescatar el sector hay dos específicamente dirigidas a las nuevas generaciones.       

“Vengo de una familia asociada a la caña: mis padres y mi hermano fueron azucareros, este último resultó millonario, por tres años, en el corte mecanizado. Todo lo que vi en mi casa siempre estuvo relacionado con el pito del central, el olor a melado de caña y me inspiró la frase del Comandante cuando dijo que no hay otro trabajador que sienta más amor por su sector que el azucarero”.

Para Sosa Coello abandonar este ámbito es muy difícil. No sabe definir si será por el olor dulce, la tradición de sus antecesores, el mágico contacto con la caña, o porque el azúcar atrae a las personas como a las hormigas. Tanto Dariel, desde su accionar en el central Argentina, como Dayetsy, en el laboratorio del “Marie Curie”, vivifican la imagen de esa juventud que se piensa y se reajusta a estos tiempos en su XII Congreso.