CAMAGÜEY.-Transformarse y crecer va más allá de la planificación que hacemos cuando pequeños o cada inicio de año. A veces la vida apresura los cambios y obliga a usar de forma más rápida de lo normal nuestra capacidad de readaptarnos. El 2020 se encarga de demostrarlo, sin embargo, como acaba de ratificar el presidente Díaz-Canel ante la Asamblea Nacional, los de esta tierra somos de los mejores a la hora de sobreponerse y encontrar so-luciones.
Como todo el planeta, Cuba sufre las consecuencias de la COVID-19. Amplias y variadas han sido las alternativas para tratar de de-volvernos una normalidad lo más parecida a la de antes. Aunque el esfuerzo se perciba en todos los sectores, algunos por su importancia acaparan las miradas. Tal es el caso de Educación.
La reanudación del curso en septiembre fue una decisión que, cuestionada o no, demostró que puede evitarse el contagio sin detener el ciclo de estudios. Y aunque no solo depende de lo disciplinados que seamos al cumplir las medidas higiénicas, la garantía de recursos no ha presentado problemas.
Un millón 300 000 pesos adicionó el Estado al presupuesto de Educación en la provincia para el enfrentamiento a la pandemia. Dado que de las 667 instalaciones educativas no todas contaban con las condiciones sanitarias que demandó la situación epidemiológica, gran parte del dinero se destinó a ese fin.
Aunque no fue posible el montaje de lavamanos nuevos en to-dos los centros, instalaron 111 y recuperaron cerca de 400 que no funcionaban. A su vez la Empresa de Materiales de la Construcción fabricó 250 canoas o piletas para aumentar las capacidades de la-vado de manos y se priorizó el abasto de agua por pipas a 57 escuelas.
Los 115 200 alumnos que reiniciaron en septiembre tuvieron garantizados el hipoclorito tanto a la entrada como en baños y aulas, les exigieron el uso adecuado del nasobuco y el distancia-miento físico, aun cuando hubo que adaptar locales dentro de los centros o en otros cercanos. Para el período que inicia el próximo 2 de noviembre estas medidas se mantienen.
En un encuentro con Clay Pérez Jiménez, subdirector provincial de Educación, conocimos que tampoco se detuvieron las reparaciones y el mantenimiento a las instituciones con problemas en carpintería, impermeables, etc. Sí, el esfuerzo mayor era concentrarse en la COVID-19, pero el Ministerio, dentro de las posibilidades, no dejó a un lado la “salud” de sus escuelas.
Esencial ha sido también el esfuerzo de los maestros en el ajuste de los planes de estudio, la búsqueda de nuevas alternativas para recuperar clases y resumir contenidos. Su insustituible figura se ha tenido que renovar en seis meses y combinarse más que nunca con los padres.
Así lo reconoció el pasado 6 de octubre la ministra del sector, Ena Elsa Velázquez Cobiella, durante su presentación en la XXVII Conferencia Iberoamericana de Ministros de Educación en formato virtual. “Cambiar y transformar la escuela es su responsabilidad y como es costumbre lo han vuelto a hacer bien”.
De forma general la familia ha comprendido las medidas y el porqué de las restricciones. No obstante, quedan los que discuten cuando se les prohíbe la entrada a las áreas escolares o los que llevan a sus pequeños sin ponerse el nasobuco. Piensen que el ejemplo enseña y el respeto a lo dispuesto empieza en casa. Confíen, en Camagüey no existe evidencia de que las instituciones docentes hayan sido escenario de contagios del virus.
Cuando este lunes arranque el curso 2020-21 las familias tendrán tiempo de rectifi car. Con ellas se cuenta para asegurar el estudio individual, dar continuidad a las actividades desarrolladas en los planteles y contribuir al esfuerzo de Educación para preservar la salud.
La que comienza será una etapa atípica, difícil. Los estudiantes contarán con dos meses menos de clases, los docentes cargarán una exigencia mayor en cuanto a su preparación y en casa tendremos que ayudar y exigir el doble. El trabajo en conjunto demostró ser la mejor solución.
La COVID-19 ha provocado la mayor pausa de la educación jamás conocida hasta la fecha, pero también ha sido testigo de las buenas intenciones de un sector que se sobrepone otra vez a los retos de la vida.