Crónicas sueltas

Selección de lecturas publicadas por periodistas de Adelante.


“ Estoy estos días con mis muertos en la cabeza”. Fue la respuesta, irreflexiva, a la pregunta que susurraba mi esposa mientras me alcanzaba una tacita de café hasta el portal de la casa. Por la mañana, en la redacción del Telecentro surgió el tema del engorroso encargo que algunas personas asumen de vestir y ayudar a preparar a una persona fallecida. Son compromisos contraídos con la familia, aun cuando no existan lazos consanguíneos.

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Mercado y Arte: contrastes

El otro día caminé mucho con un objetivo específico en la ciudad de Camagüey. Me debía ese ejercicio por la Avenida de la Caridad y por República. Andar por dos calles principales donde topas ese intento de mercado marroquí puertas adentro. Allí la pacotilla equivale a la sencilla operación de invertir poco y cobrar mucho.

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Abuelidad

Justo cuando está de moda el abandono y las cifras de una ciudad, de un país, nos dibujan el rostro angustiado de un anciano, he descubierto una palabra honda. Abuelidad. Me hace pensar en cuánto puedo corresponder en amor y atención. Probablemente no he sido la nieta que merecían, pero eso intento al bordar huellas de mis abuelos y también del bisabuelo que he imaginado.

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Era 1972, yo tenía 21 años y en el periódico Adelante acostumbraba, para enterarme de primera mano de las noticias internacionales, de asomarme varias veces al día al teletipo ─ahora recordado como un armatoste dinosáurico─ para la transmisión de textos vía eléctrica y telefónica, e impresión en un rollo de papel.

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El verso inicial, trasformado en titular del comentario, tiene la intención de reconocer el niño interior del periodista, al camagüeyano de intensa y novedosa obra literaria Nicolás Guillén Batista, quien dedicó también textos infantiles, con el mismo fervor con el que expresaba sus ideas políticas, entre ellas las socialistas, nada bien apreciadas por sus contemporáneos, sobre todo por el color de su mulata piel.


Hoy despedimos a un hombre necesario, justo y noble. Para Rafael Fals Cabalet, nunca hubo un imposible. Su vida estuvo signada por la familia y el trabajo. A ambas obras se entregó con convicción y con vocación.


Desde niña, siempre disfruté los Primero de Mayo, por la fiesta, la gente, la familia y las frituras de maíz que siempre comía al terminar el desfile. En una ocasión no pude desfilar porque estaba enferma y saqué todos los percheros del armario, les pegué papelitos de colores y llené la casa de banderas. Tal vez por eso recuerdo con tanta tristeza aquel 1ro de mayo del 2020, desde un centro de aislamiento por sospecha de COVID, en el que mi plaza y mi casa estaban tan lejos.


Le sobran años y le faltan fuerzas. Las canas son tan abundantes como los miedos. Ayer quiso agacharse a recoger el jarrito plástico que se le cayó y los huesos crujieron, como cruje la madera podrida. En el espejo parece que vive otro, el de hace 30 años, el que todavía podía cargar los mandados y el agua cuando se rompía la turbina.


En su convulso año inicial, el 1959, el periódico Adelante, primero creado por la Revolución Cubana en el poder, acompañó las principales luchas sociales de los periodistas y estudiantes de Periodismo, como la denuncia de los integrantes de gremio que habían colaborado con la tiranía batistiana, la oficialización de la escuela de la profesión y la promoción de ayudas monetarias a los trabajadores necesitados.