CAMAGÜEY.- Realmente ya no sé de qué manera diferente escribir, persuadir e implorar. Durante los últimos 15 meses hemos apelado al autocuidado, a la responsabilidad individual y colectiva, a la exigencia de los jefes, para no llegar a donde estamos hoy, que se rebasaron los cálculos para el peor de los escenarios de transmisión.
Si no se entiende así lo explico de otra forma: ya emplearon en la atención médica los ventiladores mecánicos, las camas de cuidados intensivos, e incluso los recursos humanos que cuando se confeccionó el plan de enfrentamiento a la pandemia de la provincia jamás pensaron utilizar.
Si bien hoy no estamos en esa situación, pudiera complicarse tanto al punto de que en un hospital no haya ventiladores pulmonares para todos, ¿a quién cargaremos la culpa entonces?
En la provincia los centros de aislamiento pasan de las 1 200 capacidades, las camas hospitalarias crecen por día y hasta el hospital de Nuevitas atiende a pacientes positivos, pero corremos el riesgo de que no den abasto.
Usar correctamente el nasobuco y/o Mascarilla es esencial para evitar la propagación de la #COVID19 mira el video adjunto para que no formes parte de la cadena de contagios. Cumple, #ProtegeteYProtegeALosDemas #todoscontracovid19 #CubaEduca #CubaPorLaVida pic.twitter.com/cYdPgtdT6k
— Dirección Provincial de Salud Pública Camagüey (@dpscamaguey1) June 19, 2021
Los cubanos les tenemos mucha confianza al sistema de Salud, al talento de los profesionales, al interferón y hasta a la Soberana plus, pero puede llegar el momento en que nada de esto sea suficiente. Nuestra ciencia se preparó para responder mas siempre contando con un pueblo que entendiera, pues no se puede hacer magia en algo tan real.
¿Y cómo llegamos a este punto? Aunque parezca una locura, aunque no lo creamos posible con más de 200 casos reportados en un día, han estado funcionando piscinas particulares donde han ocurrido eventos de transmisión. De los diez actualmente abiertos, nueve son en comunidades de cuatro municipios, y en su gran mayoría los anteceden juegos ilícitos, fiestas, celebraciones de aniversarios y cumpleaños.
A quién puede no dolerle que ahora mismo un niño de solo dos meses de nacido, que ni siquiera tiene risa sociable todavía, esté enfermo de COVID-19 reportado de grave en una de las terapias intensivas de la provincia. Basta caminar por las calles para ver decenas de infantes jugando hasta sin nasobuco. ¿Acaso tiene que enfermar un familiar cercano para concientizar?. No obstante es raro que quede en Camagüey alguien a quien la enfermedad no le haya picado cerca.
La preocupación individual mayor no puede ser que recojan en tiempo a un sospechoso, o las condiciones de los centros de aislamiento, o si la respuesta del PCR la dan pronto o no. Todo ello resulta importante, pero si llegamos a ese punto se puede considerar una derrota. Primero hay que preocuparse por prevenir y no ser sospechoso, contacto o positivo. Atreverse a socializar o festejar en la situación actual es jugar a una ruleta rusa.
El SARS-CoV-2 sigue siendo ese virus que alguien puede tener y no presentar síntomas y sí contagiar exponencialmente lo mismo en una cola del banco que sentado en su casa si recibe una visita.
MÁS ALLÁ DE LO INDIVIDUAL
No recuerdo cuántas veces he escrito o leído en las páginas de este periódico que se toman medidas más rigurosas para contener la transmisión del virus; no obstante, tres o cuatro días después sufren variaciones o no son tan estrictas en su aplicación como pensaron. Muchas de estas, como la suspensión del transporte público y los puntos de embarque forman parte del protocolo para la transmisión autóctona y sin haber cambiado de fase se desescalaron.
Entonces, ¿cómo pretender limitar la movilidad de las personas, clave para frenar los contagios? ¿Quién puede asegurar que no va a haber transmisión en una parada o una guagua? Súmele que de un tiempo para acá los puntos de control habilitados en la fase en que se encuentra la provincia hace meses se convirtieron en algo meramente formal, pasaban por allí los vehículos y ni la temperatura se tomaba.
No podemos acordarnos del virus cuando la ola crece; para controlarlo hay que ser sistemáticos. No se trata de hacer leña del árbol caído, pero señalar las deficiencias ayuda a no repetir los errores que nos tienen en tal punto.
Como muchos, yo me pregunto: ¿qué sentido tiene mantener el centro de la ciudad cerrado, cuando se conservan abiertos precisamente los centros comerciales que más aglomeración generan, y sin control? Los ejemplos hablan por sí solos: la calle Maceo cerrada, pero en El Encanto todos los días amanece una concentración, que sumada a las que generan las ventas de comida para llevar por la parte trasera del 1514 y El Carmen hacen de Apodaca una vía intransitable; la misma situación sucede en República e Independencia. Las personas necesitan los alimentos, pero las autoridades tienen queimponer orden.
Información de la #COVID19 en #Camagüey.Parte Cierre 18 de Junio de 2021/11:59pm.
— Dirección Provincial de Salud Pública Camagüey (@dpscamaguey1) June 19, 2021
Pruebas PCR realizadas:607
Total de casos acumulados: 6361 de ellos 5685 autóctonos y 676 importados.Ingresos en Hospitales de la provincia:1282.Con un acumulado de 5500 Recuperados y 70 Fallecidos. pic.twitter.com/tnmJD0VRNU
Recaudar divisas no puede ser más importante que la salud en estas condiciones. Más que prohibir el tránsito vehicular y limitar espacios públicos hay que cerrar establecimientos.
Qué necesidad hay de vender, con más de 200 casos reportados en menos de 24 horas, artículos que no son de primera necesidad. Recordemos que durante el brote inicial en 2020, en las unidades comerciales solo se dejaron abiertos los departamentos que expendían productos indispensables, y los casos positivos eran muchos menos que ahora.
¿Será en las bodegas o en las panaderías donde más se contagia la gente? ¿Son acaso las tiendas de Comercio Interior las que más aglomeraciones generan?
Habría que revisar cuán efectivo puede ser que todo cierre a las 12:00 o a las 11:00 p.m., porque cada cual interpreta lo que le conviene y los horarios se vuelven flexibles, y restringir movimientos a la 1:00 p.m., cuando dichas limitaciones pueden traer consigo mayor cantidad de personas tratando de resolver sus necesidades en menor tiempo.
Ahora es el momento de que no pase lo que con la restricción de movilidad de las 9:00 p.m. que era solo eso, una medida escrita en un papel, sobre todo en los barrios y repartos, en los que las personas andan a cualquier hora, incluso hasta sin nasobuco.
El trabajo a distancia y el teletrabajo para las administraciones tiene que dejar de ser un dicho y convertirse en un hecho. Si bien ahora no son los eventos institucionales los que más golpean a la provincia, sí lo hicieron hace unas semanas, y muchos tuvieron involucrados a personal de oficina que de haber estado acogido a alguna de estas modalidades quizá no hubieran enfermado y las consecuencias de un caso en una entidad no llegarían tan lejos.
Se trata de ser sistemáticos, de que las medidas de contención no se vuelvan modas, que vienen y van, que más allá de estos quince días, logremos entre todos controlar la epidemia.
Mientras escribo estas líneas pienso en el niño que tengo en casa, en la abuela que no puedo enfermar, en mis padres hipertensos que si se contagian pueden parar en una sala de terapia, pienso en mi hermana que por su profesión está expuesta a contraer el virus, y me pregunto cómo pueden existir personas que ni siquiera se cuiden ellos mismos.
Tampoco puedo dejar de pensar en los más de 40 camagüeyanos que fallecieron en mayo y lo que va de junio. Duele pensar que esos seres humanos podrían haber recibido muy pronto la inmunización masiva que, con Abdala o Soberana, ya tenemos a la vuelta de la esquina y a la que no llegaremos si no ponemos la responsabilidad en blanco y negro, porque somos nosotros mismos los que tenemos que elegir entre la vida y la muerte.
Foto: Leandro Pérez Pèrez/ Adelante