CAMAGÜEY.-Este 10 de Octubre volvió a sonar la campana de La Demajagua en toda Cuba. Y otra vez, un hombre hecho nación por la voluntad de su pueblo, convocó a la lucha por la libertad de la Patria de todos.
Entonces, aquel todos rompía las distinciones entre blancos y negros, entre esclavos y amos, entre región y país. Ahora se personaliza en el cada uno que, desde su trabajo, su escuela, su hogar, el parque de su barrio, hace más, hace mejor, hace distinto pensando/sabiendo que en ello va el hoy y el futuro del país.
Como en aquella mañana, este hombre, como aquel, no habla de méritos personales ni de promesas, solo de su compromiso, ese que hala e impulsa. Miguel Díaz-Canel Bermúdez, habla con humildad, firmeza y sinceridad. Insiste en que no habrá combate fácil, en que a veces faltarán las armas, pero nunca las convicciones, en que la vergüenza será el estandarte (y el Camagüey evoca al guerrero que tres octubres después del primigenio arrebata a su compañero de una columna de más de 100 soldados con solo 35 decididos). Convence cuando invita a dejarles a nuestros hijos la Patria que nuestros padres de La Demajagua y muchos otros nos ganaron de pie y con sus vidas.
Acaba de ser electo Presidente de la República y rememora la historia y sus eternos enlaces con el presente; y reafirma, con Fidel, que “La Revolución es una lucha por el futuro”.
No es casual que sus primeras palabras sean un saludo-homenaje a la generación histórica, a esos muchachos que aún nos guían y que se dieron por este futuro. No es casual que se dirija a los bisoños de hoy, los reconozca —como tantas veces en los últimos meses— por su energía y sus aportes. No es casual que enumere salarios más justos, tecnología para una sociedad mejor, universitarios haciendo ciencia por el crecimiento colectivo y concreto; esas son algunas, solo algunas, de las certezas de que construimos un mañana superior.
El presidente @DiazCanelB responde a quienes se sumaron a la convocatoria de #PensarComoPaís: «Gracias por la energía, la confianza y las propuestas», nos dice a todos en este nuevo artículo de su puño y letra. https://t.co/1ubQY45Bou pic.twitter.com/rWSV13Fjgs
— Leticia Martínez Hernández ?? (@leticiadeCuba) October 2, 2019
No es casual que enaltezca esos episodios que colocan a la juventud en el epicentro de las batallas de Cuba. Y sin que él las mencione, el alma de la nación recuerda a los campeones casi niños con cuya explosión el terror imperial intentó amedrentarnos; a los que empuñaron, con más moral que destreza, los escudos de la crisis en la que venció la dignidad; al médico guerrillero que encarnó él mismo, el ser humano distinto que nos impulsaba a forjar; al abogado rebelde absuelto por la riqueza espiritual de los suyos que él proyectó seis años antes de andar la Isla en caravana victoriosa; al Comandante de la fidelidad, hecho pueblo, el que ni en el más cruento de los combates abandonó su espíritu de jarana y optimismo... y eso solo asomados al octubre de dolores y orgullos.
No es casual que nombra, con apellidos y edades, a los que tocaron la campana y enarbolaron la bandera aquel sábado de 1868. Y si aquel fue el primer día de nuestra libertad, 151 años después, este jueves se sintió, como cada amanecer nuestro, el primer día de trabajo, unidad y resistencia por la continuidad de aquella, nuestra única Revolución.