CAMAGÜEY.- Cuando escuché a la corresponsal de Telesur en La Habana hablar en su reporte de “botella presidencial” hice un ejercicio mental de ciencia ficción y vi a Donald Trump detener su limosina blindada y aventar a varios ciudadanos que esperaban transporte público para la ruta de destino del Mandatario.

Imaginé también en similar cuerda a su émulo brasileño, Jair Bolsonaro, en tránsito por una de las avenidas de Brasilia o Río de Janeiro detener la caravana ejecutiva y montar en sus vehículos a cariocas “de a pie” que se trasladaban a disímiles tareas en las populosas urbes.

La historia supuesta podría repetirse en cualquiera de las naciones del orbe, no tienen que ser necesariamente latinoamericanas y caribeñas, solo que siempre deben estar bajo el prisma de la ciencia ficción o la realidad virtual, porque de otra forma es imposible que actitudes de esta naturaleza puedan esperarse del 99.99 % de las personas que hoy portan la banda presidencial, aunque no haya escasez de combustible en sus países, sino por acto de solidaridad.

Sin embargo, en su relato, la colega de Telesur apunta acerca de “una botella presidencial” al reseñar la tensa situación coyuntural que se ha producido en Cuba como consecuencia de la escasez de combustible, principalmente del diésel producto del recrudecimiento del bloqueo del Gobierno de Donald Trump y los intentos de impedir la llegada de petróleo a la Isla mediante las amenazas, sanciones y chantaje a las navieras que lo transportan.

Para los cubanos se denomina “botella” cuando se transporta a alguien en vehículos estatales o privados que deben viajar en las rutas hacia los lugares que estos transitan, sin realizar pago alguno por el servicio que se le presta, gestión muy socorrida en los momentos actuales, ya que el transporte, tanto de carga como de pasajeros ha sido de los sectores más afectados como consecuencia de la falta de combustible.

De la “botella presidencial” que dio cuenta la colega —según ella— es la practicada por el mandatario cubano Miguel Díaz-Canel, quien en una de las paradas congestionadas de pasajeros detuvo la comitiva presidencial y uno de sus escoltas descendió del auto y dijo el lugar de destino e invitó a los que se dirigían en esa ruta, subieran al vehículo.

Si no se tratara de que tal hecho se originó en la capital cubana, este hubiera sido recibido con gestos de profunda extrañeza procedente de cualquier otro lugar, porque si algo ha caracterizado a los naturales del Archipiélago caribeño es su arraigado sentimiento de solidaridad, no solo practicado entre nosotros, sino hacia todos los que la han necesitado en cualquier latitud del planeta, porque de ellos se exceden los ejemplos tanto en el sector de la Salud como en otros muchos de la vida de los países que la recepcionan.

La corresponsal de la multinacional venezolana fue profusa e incisiva en su reporte: el país no está paralizado como pretendió el Gobierno estadounidense con el corte del suministro de combustible; la vida nacional con las correspondientes regulaciones mantiene su vitalidad y, sobre todo, ningún servicio básico se ha suprimido, y la capacidad de resistencia de los cubanos alcanza altas cotas, el despliegue de su espíritu creativo y su natural jovialidad, conjuntamente con su idiosincrasia alegre y bromista, se despliega al tope.

No nos doblegarán, decimos nosotros, ni ahora ni nunca; tengan confianza los pueblos oprimidos del mundo, que los cubanos no les fallaremos.