CAMAGÜEY.- Atender a todos por igual constituye una premisa del sistema de salud cubano, no menos defendida ante la expansión de la COVID-19. En tiempos en los que resulta imperante quedarse en casa, el Gobierno aquí fortalece estrategias para ofrecerles refugio y atención a personas con conductas deambulantes.
Ubicado en la carretera a Vertientes, desde el 2014 el Centro de Protección Social del territorio acoge de forma gratuita a individuos —en su mayoría adultos mayores— carentes de amparo familiar y muchos víctimas del alcoholismo. En las actuales condiciones epidemiológicas radican allí alrededor de 60 pacientes, quienes tienen garantizado tratamiento médico las 24 horas.
“A este sitio llegan de todos los municipios de Camagüey, incluso de otras provincias. Una vez dentro, un grupo de especialistas los entrevista para conocer su estatus legal, de dónde proceden y si tienen o no familiares que los puedan y quieran ayudar. Asimismo se les realiza un chequeo para detectar posibles padecimientos y a partir del diagnóstico les aplican los tratamientos adecuados”, expresa Ivette González Penichet, directora del centro.
El Dr. Félix Garriga Ramón cuenta que desde marzo los esfuerzos se han redoblado, pues ahora tienen que mantener una vigilancia extrema para evitar posibles contagios y la propagación de la enfermedad.
“En nuestras manos están los medios indispensables para protegerlos. Tenemos los nasobucos para cambiarlos cada tres horas y las condiciones en la lavandería para su desinfección. Además, en los puntos vulnerables ubicamos agua, jabón e hipoclorito de sodio para el lavado constante de las manos.
“Al atender a pacientes psiquiátricos, en situación de discapacidad, con padecimientos malignos y algunos con VIH, alcohólicos... las medidas higiénico-sanitarias orientadas deben cumplirse con mayor rigor”, precisa el doctor. Argumentan también que quienes están diagnosticados con trastornos crónicos (hipertensos, asmáticos, etc.) reciben su tratamiento habitual.
“Disponemos de una pequeña sala de aislamiento por si se requiere la observación al detalle ante cualquier síntoma, aunque después de realizar la prueba rápida, todos dieron negativo”, concluyó la directora.
Del impacto de la atención nos cuenta Gerardo Saavedra Hernández, de 68 años: “Me siento tranquilo aquí. Creo que no existe otro lugar donde estaría más seguro. Y tengo baño, cama y buena comida. Cuando estás adaptado a dormir en las paradas, recibir una ayuda así se agradece mucho”.