CAMAGÜEY.- Teodoro Pereira de La Rosa, natural de la región yumurina de Jovellanos, convertido con los años en uno de los líderes agrarios del oriente del país, cumpliría hoy 115 años.

Imposible resulta resumir en pocas cuartillas los avatares que enfrentó en su vida fecunda, abonada por la nobleza y la sencillez. Sin alcanzar la adolescencia, la situación económica hogareña lo obligó a desempeñarse como obrero agrícola y, junto a su padre, cortó caña en centrales azucareros de la localidad.

Trabajó como aprendiz de carpintería y como liniero en la construcción devías férreas por un periodo más corto; fue aprendiz de linotipista en una pequeña imprenta de Jovellanos, y con el tiempo abrazó los oficios de carpintero y albañil.

Deambuló por campos y ciudades. Camagüey lo acogió en 1925. Justo aquí lo sorprende la represión del ejército contra el movimiento obrero, a raízdel paro decretado por los obreros ferroviarios de la antigua provincia.

De vuelta a su región natal, los intentos de estabilizar la vida laboral fueron infructuosos. Es así como en su peregrinar viajó a Baracoa. El tiempo lo ocupó en diversos trabajos con el consorcio de la United Fruit Company, el que explotaba una importante producción bananera. Más tarde trabajó en la construcción de secadores de café.

La atropellada vida lo llevó a fines del 30 a trasladarse a Guantánamo. Laboró en la base naval de Caimanera. Nunca lo atrajo el ambiente de prostíbulos, bares y garitos, pues el tiempo de ocio lo pasaba en el local del sindicato de salineros y también haciendo vida en las filas del Partido Unión Revolucionaria Comunista.

Teodoro se distinguió por la austeridad. Facilitó con los ahorros, fruto del trabajo en la base yanqui, la compra a mediados de los años 40 de una pequeña finca en la zona de Monte Ruz. Allí constituye la Asociación Campesina La Meli y sus Colindancias.

Al quedar formada a finales de los 40 la Federación Regional Campesina Guantánamo, Sagua y Baracoa, Teodoro asumió la presidencia y, desde esta nueva trinchera, mediante grandes movilizaciones campesinas impidió desalojos.

Encabezó la candidatura como miembro del Movimiento 26 de Julio y combatiente del Ejército Rebelde al celebrarse el Congreso Campesino en Armas, el 21 de septiembre de 1958, efectuado en Soledad de Mayarí, con la presencia del entonces Comandante Raúl Castro, jefe del II Frente Oriental.

Al calor de la victoria revolucionaria siguió en la lucha por el campesinado, esta vez desde la Federación Provincial Campesina de Oriente.

Para esa época no era nada joven. Tenía 51 años de edad, un trienio más tarde, al presentar signos de agotamiento físico y mental, surgió la propuesta de jubilación.

Sin embargo, no aceptó y luego de un relativo descanso solicitó trabajar en la construcción. En la oleada de orientales que viajaron a Nuevitas para impulsar el desarrollo industrial, a fines de 1964 vino Teodoro, quien se granjeó el cariño y el respeto de quienes estuvieron junto a él impulsando la construcción, iniciada unos meses antes. Allí lo proclamaron secretario general del sindicato en la inversión.

Lina Vázquez Anderson, nuevitera con una lucidez especial a los 90 años, expresó para Adelante que Armando Rodríguez Alfonso, su esposo, ya fallecido, como jefe de obra compartió mucho con Pereira y quedó para ellos como un símbolo de tenacidad en el trabajo.

“No era un hombre de complexión fuerte, es decir, pasaba inadvertido, no hablaba mucho y cuando se le preguntaba por las luchas de la Sierra o del Congreso Campesino en Armas, lo menos que refería eran los méritos personales. Destacaba a Camilo, al Che, a Fidel y a Raúl”.

En 1977 en General de Ejército Raúl Castro Ruz personalmente condecoró a Pereira con la medalla de Combatiente del Ejército Rebelde y durante las honras fúnebres, efectuadas en Jovellanos, en enero de 1991, recibió ofrendas florales en nombre de quien asumió entonces la presidencia del Consejo de Estado y de Ministros y la responsabilidad de primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.

Con avanzada edad pasó al hogar de ancianos. Fue un referente para los trabajadores y las demás personas que convivían en el lugar. Promovió áreas para el cultivo de productos agropecuarios y, a la vez, enseñaba.

El 11 de marzo de 1987, conocida la presencia de Teodoro en el hogar de ancianos, Fidel, de recorrido por Nuevitas, decidió visitarlo; estando en la cocina el Líder Histórico de la Revolución destapó las ollas y desde allí vio los sembradíos.

Alguien le dijo que ese hombre, era el promotor de esos cultivos. Cerca de él, le explicó:

“Es importante y bueno hacer este tipo de trabajo, sobre todo, familiarizar a los demás para que lo hagan y no esperar que las cosas vengan de afuera”.

Medio agachado Pereira le hablaba bajito a Fidel, mientras le enseñaba la calidad del tipo de suelo. Así era este hombre a quien recordamos hoy un quehacer profundo y un alma modesta y noble.