CAMAGÜEY.-A principios de noviembre del año 1868, unos 76 jinetes camagüeyanos se reunieron en el Paso de las Clavellinas para secundar el Grito de Yara, acontecido el 10 de octubre en la finca La Demajagua. Uno de aquellos montaraces, la mayoría de extracción acomodada, fue el hacendado Ignacio Mora de la Pera, inseparable a su fiel esposa y al espíritu independentista que hasta la muerte lo arropó.

El nacimiento de ese patriota, cuya historia está indisolublemente unida a la de Ana Betancourt de Mora, ocurrió el 26 de enero de 1829, en la ciudad de Puerto Príncipe. Como todo buen cubano, su pensamiento se perfiló a la sombra de las ideas libertarias y por eso, antes del Grito de Yara, participó en la fundación del periódico El Oriente y colaboró en la publicación El Camagüey, dirigido por uno de los célebres conspiradores contra la metrópoli española, el Marqués de Santa Lucía, Salvador Cisneros Betancourt.

Tras el estallido de la revolución, Mora de la Pera concretó sus pensamientos en acciones. Después de confirmar con su presencia en Las Clavellinas la entera disposición para enfrentar a las poderosas fuerzas de España para liberar a Cuba, tuvo el primer bautizo de fuego en el campo insurrecto en el combate de Bonilla. Ahí se alzó victorioso junto a las tropas de El Mayor, Ignacio Agramonte Loynaz.

Desde Sibanicú, junto a su esposa, se trasladó a Guáimaro en vísperas de la celebración de la histórica asamblea que sesionó el 10 de abril de 1869. Uno de los momentos trascendentales de la constituyente fue la lectura del alegato de Ana Betancourt, quien incluyó a la mujer dentro del mapa de la nación al exponer sus derechos. Durante la estancia en esa comunidad, Ignacio fundó junto a su cónyuge la publicación El Mambí.

“(...)en el pueblo sagrado de Guáimaro ve la luz el periódico El Mambí el 7 de mayo de 1869, creado por el matrimonio Ignacio Mora de la Pera y Ana Betancourt y Agramonte, quienes se auxilian de Clodomiro Betancourt, colaborador también del Cubano Libre, utilizan la imprenta Libertad llevada al pueblo para esos fines y comienzan a editar el diario. Su nombre era una reafirmación de rebeldía”, escribió la historiadora Bárbara Oliva García, en su artículo El Mambí, primer periódico editado en Guáimaro.

La gestión de esa empresa fue realizada por Ana Betancourt a causa de una enfermedad asociada a la tisis. Asumió la responsabilidad de llevar adelante el periódico, elaborado en una imprenta móvil o portátil. Él la llamó la Imprenta Libertad. Aquella hoja suelta, de estilo agresivo y profundo, avalaba las causas de la lucha por la soberanía.

“Al lanzar nuestro país a su revolución, no fue ni para arruinarlo, ni para deshonrarlo, sino para asegurar su existencia y la felicidad de sus hijos (…) Nos lanzamos a la insurrección sin miedo a los elementos destructores con que se nos amenazaba, porque en nuestra conciencia estaba ya determinado cumplir por completo nuestro deber (…) El solo bien que han traído la opresión y el desprecio del gobierno español a Cuba, ha sido el inspirar un odio terrible a esa dominación, odio tal, que antes de volver al dominio de España preferimos perecer todos, hombres, mujeres y niños en el campo de batalla”.

Aunque El Mambí circuló hasta el 26 de junio de 1879, “su voz polémica y contestataria frente a los criterios de los detractores de la Revolución o ideas españolizantes le ganó numerosos seguidores”, plasma en su investigación Oliva García. Esas convicciones fueron las que movieron a los guaimarenses a quemar sus hogares y pertenencias antes de que volvieran al dominio español.

Las tragedias llegaron de manera consecutiva a la vida de Ignacio: el seis de enero de 1871 resultaron asesinadas sus hermanas Juana y Mercedes junto con sus seis sobrinos. Ese mismo año, en el mes de abril, víctima de la tuberculosis, murió su hermano, encargado de organizar los correos mambises.

Los infortunios continuaron con la captura de Ana y de Ignacio, en el rancho San José del Chorrillo, el nueve de julio de 1871. En el transcurso de su encarcelamiento, los fieles a la Metrópoli le prometieron que si renunciaba a sus creencias independentistas, le concederían el perdón. Sin embargo, de Mora se mantuvo firme y eligió la muerte digna sobre la vida misma. El 14 de octubre de 1875, el Chorrillo de Najasa, se convirtió en su cadalso. Allí los soldados del ejército español lo tirotearon primero, y luego lo remataron vilmente a machetazos. Mas, su alma se mantiene intacta, lista siempre para continuar sirviendo a la Patria, pero ahora como un ejemplo cimero para todos los cubanos.