CAMAGÜEY.- Elisa, una camagüeyana de 71 años, con dieta médica desde hace tres décadas como parte del tratamiento para una enfermedad oncológica, considera que “no hay justificación para llevar meses y meses, sin recibir leche fluida”, a pesar de las muchas explicaciones que le han dado.
Antes de que en Camagüey desapareciera por completo de la red comercial oficial la entrega de leche a enfermos, la distribución era diez días al mes y con esa cifra Elisa aseguraba el desayuno y algún que otro poquito durante el día.
El mismo aprieto deben estarlo pasando las restantes 78 908 personas con dietas, registradas en el área que atiende las Oficodas en el Grupo Empresarial de Comercio (GECI), de Camagüey, aunque algunas con familiares en el exterior “libran” porque les hacen llegar leche en polvo. No todas corren la misma suerte.
DETRÁS DE LOS POR QUÉ
En Camagüey sigue la recaída en la entrega de la leche a la industria. Cómo entender que cuatro o cinco años atrás, bajo condiciones bastante similares, cuando a los productores se les pagaba el litro a precios menores, se producía más, y en la etapa de primavera, se acopiaban 300 000 litros diarios.
René Mola Valera, jefe del departamento de Acopio de la Empresa Láctea, explicó que a partir de la segunda quincena de agosto el promedio fue solo de 161 000.
A esa disminución sostenida de las entregas, se añade como aspecto negativo que entre un 30 y un 40 % de esa suma adquiere la categoría de leche ácida, por dificultades con la electricidad en los centros de frío, distantes de las fábricas y las altas temperaturas predominantes. Esa, imposible de distribuir, se emplea en otros productos en la industria como quesos.
De enero a julio de 2024, el plan era de 26 millones 311 900 litros, y solo se acopiaron 22 millones 124 000. De los 8 023 productores registrados, solo 2 685 cumplieron con la contratación, mientras 1 376 no entregaron leche ni queso, este último dato ilustrativo del descontrol por parte de las entidades administrativas responsables.
De las bases productivas, 241 no cumplieron sus compromisos. Los municipios de peores resultados en la entrega a la industria son: Guáimaro, al 57 %; Minas, al 71 %; Santa Cruz del Sur, al 78 %; y Nuevitas al 82 %.
Corresponde a las instituciones relacionadas con los productores, llámese la Agricultura, su sistema empresarial y unidades productivas, la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños y los gobiernos locales asumir críticamente las dificultades con el incumplimiento de los contratos, un cuerpo legal que fija deberes y derechos de las partes, incluso, la solución, en última instancia, puede dirimirse en la Sala de lo Económico del Tribunal Provincial del Poder Popular.
Falta también que todas esas entidades, organismos y organizaciones se vuelquen a las fincas, a las cooperativas, a dialogar con la gente, a escuchar sus criterios y dificultades, a exigir poniendo la mano en el hombro y apelando a la vergüenza que siempre caracterizó al campesinado y al sector agropecuario en general.
En relación con el pago, se buscan alternativas para paliar el problema y que, si no es toda la cifra, al menos una parte se pague en efectivo a los productores.
ÉCHALE LA CULPA A...
Resulta que hay cierta tendencia a culpar a la bancarización como causa de los incumplimientos pues depositar los pagos en tarjetas magnéticas entorpece el cobro por parte de los productores de leche, que necesitan el dinero constante y sonante para satisfacer las necesidades económicas familiares.
En opinión de algunos camagüeyanos vinculados al sector agropecuario, como Javier Rodríguez, ello afecta no tanto a los grandes productores, con muchas hembras en ordeño, históricamente destacados en las entregas y por tanto con mayor solvencia, sino a los tenentes de una masa pequeña.
Entonces, es dable pensar que a este segmento pertenecen los que salen en una araña, o mandan a un amigo a venderla “por la izquierda” en puntos de la ciudad, en lugar de aportarla como es debido.
El proceso de bancarización que puso en práctica el país no constituye la génesis del problema, ni tampoco las sucursales bancarias son responsables. La razón de no pagar en efectivo es no disponer en estas del dinero suficiente, un mal padecido también por otros sectores productivos, de servicios, presupuestados o de la administración pública.
Mas, esa dificultad, real, no puede tomarse como escudo para incumplir en algo tan serio como la alimentación del pueblo, mucho menos la leche.
Las normas vigentes establecen que cuando cualquier actor económico obtiene ganancias por más de 100 000 pesos diarios, tiene un término de 24 horas para ingresarlo a la cuenta bancaria fiscal, no en la cuenta corriente personal. Cuando la cuantía es menor, establece convenio con las sucursales del Banco Popular de Ahorro o de Créditos y Comercio a fin de acordar un nuevo período que no debe alargarse en el tiempo.
Las cuentas fiscales tienen un destino final: las Oficinas de Administración Tributaria (ONAT), donde se controlan los ingresos y al cierre de cada año se determinan los aportes que deben hacer al presupuesto de manera objetiva, sin evasión.
Hasta ahora, burlando lo establecido, muchos actores económicos envían sus ingresos a las cuentas corrientes personales y, además, no entregan el efectivo, lo cual ha creado el caos en los bancos y en los cajeros automáticos.
El colega Adrián Cancino publicó en Facebook en junio pasado:
“En #Camagüey la bancarización no está avanzando en el lado de los negocios privados y también en unos cuantos estatales. Es muy fácil, parece, pasar y no ver las largas colas en los cajeros, la gente esperando por horas de un día para otro a que pongan dinero, y no hacer nada. Hallar excusas, decir ‘no hay dinero’ cuando todo el mundo sabe dónde está el dinero”.
El 16 de julio, en la Comisión de Asuntos Económicos del Parlamento, el presidente de la República Miguel Díaz-Canel, al referirse a la evasión fiscal, dijo: “Hasta hace unos días, el 70 % de las cuentas fiscales de las formas no estatales no tenía depósitos”.
Una parte de esos problemas debe solucionarse con la puesta en vigor de las nuevas regulaciones para los actores económicos no estatales, anunciadas en la edición ordinaria No. 78 de la Gaceta Oficial de la República. Y también con mayor control y exigencia.
De los muchos vericuetos de la leche fluida, este es solo uno, el nuevo pretexto de quienes no honran sus compromisos frente a quienes no les exigen que lo hagan.
Unos y otros tienen que hacer su parte para que la leche tome su cauce, no les falte a quienes deben recibirla, infantes menores de siete años, embarazadas, algún día otra vez los enfermos como Elisa, y que, además, quede cobertura para producir helado, queso, queso crema y otros derivados.