CAMAGÜEY.- La cantidad de contagios con el coronavirus SARS-CoV-2 que provoca la COVID-19, ha ido en aumento en toda Cuba y la provincia de Camagüey no es la excepción. Por tal motivo solicitamos el criterio de la Dra. Yamina Rivero Fernández, especialista en Pediatría, Máster en Infectología y Profesora Asistente de la Universidad de Ciencias Médicas Carlos J. Finlay, de esta ciudad. Ella labora en el servicio de respiratorio del hospital pediátrico Eduardo Agramonte Piña.

Nuestra mayor preocupación es dar a conocer cuánto puede hacer la población adulta para evitar los contagios en menores de edad, por supuesto, porque son ellos los responsables de cuidarlos y protegerlos en todos los sentidos, acerca de lo que ella comentó:

—En el grupo de menores de un año y recién nacidos es imperdonable, y lo llamo así porque es lo que siento como pediatra y como persona, que en tiempos tan complejos esos bebés e incluso, hasta los cinco años para poner un límite, aún sean besados en sus caritas, debía ser un acto prohibitivo, pero hay que dejarlo a las familias para que recapaciten.

—¿Y fuera de la pandemia?

—Tampoco, la flora microbiana de la faringe en los adultos es capaz de producir enfermedades graves en los niños, sobre todo a los menores de cinco años, insisto, y este suceso puede matarlos, mucho menos besarlos en la boca, algo que sé es casi una moda en estos tiempos, con lo cual estoy totalmente en desacuerdo, en lo que coincido con el criterio de las autoridades científicas. Es esa una práctica que denota también falta de higiene.

—¿Cree que de esta pandemia emanan enseñanzas?

—Indiscutiblemente nos ha traído demasiadas tristezas, a nuestro país y al mundo; sin embargo, estamos obligados a sacar enseñanzas; primero, que entre las cuestiones fundamentales a tener en cuenta para evitar las enfermedades infecto contagiosas y con ello las infecciones respiratorias, por supuesto, con el añadido de la COVID-19, están el aislamiento, el distanciamiento de persona a persona, el uso del nasobuco y el correcto lavado de las manos, las que todas al unísono garantizan la vida.

“Hay que declarar, de manera categórica, que aun sin ser su propósito, parte de la familia camagüeyana ha sido irresponsable con el cuidado de sus niños, pues sus tutores legales han faltado al compromiso con sus hijos, que es el de cuidarlos y protegerlos.

“Para que nuestros pequeños crezcan saludables y sanos necesitan de un entorno familiar que asegure sus vidas y el futuro y se trata en estos momentos de preservarlos de una enfermedad que deja secuelas desconocidas, que puede traerle la posibilidad de un daño importante que todavía son estudiados por los científicos”.

—En los inicios parecía que la COVID-19 no tenía preferencia por los menores de edad y si la padecían entonces transitaban por comportamientos menos graves…

—En efecto, pero ya no ocurre lo mismo, se han descrito múltiples cepas que circulan en el mundo, la sudafricana y otras en estudio, todas más contagiosas y peligrosas y que por ese elevado nivel de contagio saturan los servicios de salud. Es bueno saber que las cepas se producen cuando ocurre una circulación del virus de manera exagerada y al pasar de persona a persona, y esto ocurre cuando los individuos no son responsables de sus actos y violan las medidas sanitarias establecidas.

—¿Qué refieren los padres o familiares de los niños que enferman?

—Muchas nos dicen, lo mismo a nosotros que a médicos en zona roja: “no salgo de la casa”; no obstante, hay quienes entran y salen de esas viviendas y no se comportan de manera adecuada pues esto anda en las calles, se bajan el nasobuco para comer o fumar y todo cerca de otros seres humanos y eso no es correcto, esta dolencia no tiene rostro, no sabemos quién la padece y, además, está prohibido, quienes hacen eso son unos irresponsables y no podemos llamarlos de otra manera, adquieren la COVID-19, llegan al hogar y la transmiten a sus hijos, ¿hasta cuándo va a ocurrir esto?, ¿cuándo van a tener percepción del peligro?, es hora de ponerle coto a este asunto.

“En ocasiones pensamos y pensamos y no sabemos cómo decirlo —al referirse a todos los especialistas en todos lo niveles—, y todos los ciudadanos, y las familias de los niños, tenemos que preocuparnos e igual ocuparnos de evitar que este problema continúe y sea aún peor y repito, los padres y tutores legales son los responsables de esos niños”.

—¿Piensa es suficiente todo la información que se ofrece a diario?

—Hay hasta quienes piensan que es demasiada la información, y al parecer, otros no la oyen o creen sentirse ajenos hasta que alguien cercano la padece, pero sería mejor no llegar a ese punto.

“Nuestros niños dependen de sus familias, nuestra Patria es una abanderada por la UNICEF debido al cuidado profesado hacia ellos. Vivimos en un país donde sus autoridades se preocupan por la prevención de las enfermedades, con uno de los esquemas de vacunación más completo, o sea, las enfermedades infectocontagiosas en Cuba tienen una cobertura vacunal importante, son capaces de prevenir enfermedades como la tuberculosis infantil, la poliomielitis, la meningitis, la hepatitis, la difteria, el tétanos, en fin, contra 13 enfermedades. He trabajado en África y he visitado otros países, y puedo asegurar que lo que se hace en Cuba por la salud de nuestros niños no descansa para que el resultado sea exitoso en este sentido.

“El niño menor de un año y el recién nacido constituyen el gupo más vulnerable ante cualquier enfermedad. Claro que en la COVID-19 este grupo es altamente vulnerable a sufrir complicaciones severas que pueden provocar secuelas importantes y llevar tristeza a nuestras familias. No enfatizamos con el objetivo de atemorizar a la población, y sí de que las personas sepan que en el mundo entero los niños están muriendo, nuestro propósito es el de hacer conciencia de la necesidad de tener sumo cuidado, y que se conozca que hay una elevada morbi-mortalidad en el mundo, y que en nuestro país y en esta provincia hay una elevada morbilidad, o sea, muchos niños enfermos. En Cuba —hasta el momento de esta entrevista— habían fallecido cuatro menores de edad, y se necesita que despierte en el interior del ser humano ese instinto de conservación de proteger las vidas”.

—¿Cómo dividiría el curso de esta pandemia?

—Esta triste enfermedad podría dividirse en tres etapas. La primera desde finales de marzo hasta julio del pasado año donde hubo 21 niños confirmados y atendidos en Camagüey, siete de esta provincia y los restantes de Ciego de Ávilla y dos extranjeros, en los que aplicamos poco los antimicrobianos; una segunda desde el nueve de septiembre hasta diciembre del 2020 en que se atendió un número importante de niños y ya con el uso de los antimicrobianos por las bronconeumonías asociadas a la COVID-19, mientras, la tercera de enero a la actualidad en que hemos atendido en el primer semestre de este año más de 600 niños confirmados con esta enfermedad, de estos más de 150 menores de un año, y son cifras extremadamente muy tristes y preocupantes. Las edades predominantes de esta última etapa han sido los adolescentes de nueve a 14 años y de 15 a 18 años.

—Los adolescentes son un poco más difíciles de manejar…

—Aun así puede decirse que ha habido irresponsabilidad en este grupo etario, ellos no pueden andar por las calles a su antojo, no estamos de vacaciones. En el país se llevan a cabo ingentes esfuerzos para que los reciban sus clases televisivas, entonces, las personas mayores son permisibles con ellos, y esa es igual responsabilidad de las familias, todo no se le puede dejar en las manos al personal de la Salud Pública. No podemos cansarnos, pero la familia es el principal eslabón para evitar males mayores.