CAMAGÜEY.- Empezamos sin corriente. La sala Fénix del Multicine Casablanca apenas respiraba con la energía de un pequeño generador, suficiente para encender un par de cámaras y de luces, y sostener un sueño: conversar con los hermanos Teodoro y Santiago Ríos, cineastas canarios que han sabido mirar a Cuba como una patria de la infancia y de la memoria.

El intercambio formaba parte de El Almacén de la Imagen, que este año ha tenido que moverse más de una vez. Ahora, su edición 35 se pospuso para diciembre, cuando será proyectada la película Mambí (1998) pero la conversación no quiso esperar. Ahí estábamos, con lo mínimo, con lo justo, como se hace cine en Cuba: con voluntad y afecto.

"Ellos se iban a conectar desde el centro docente César Manrique de Tenerife, pero este cerró dos horas antes por una alerta de lluvias promulgada por el Gobierno de Canarias. Resolvieron en el estudio de grabación de un técnico, conocido como Kiko. Desde allí recordaron su vínculo con la isla..."

A veces el cine empieza así, con una lámpara encendida en medio del apagón. Sin electricidad, pero con luz.

Agradecimiento a Benjamín Reyes y al equipo del Festival Docurock por tender este puente entre Tenerife y Camagüey; a Mi Camagüey Streaming y a la Dirección Provincial de Cultura por sostener, incluso en la precariedad, el pulso de la comunicación; y a todas las personas que hicieron posible este encuentro el 12 de noviembre.Agradecimiento a Benjamín Reyes y al equipo del Festival Docurock por tender este puente entre Tenerife y Camagüey; a Mi Camagüey Streaming y a la Dirección Provincial de Cultura por sostener, incluso en la precariedad, el pulso de la comunicación; y a todas las personas que hicieron posible este encuentro el 12 de noviembre.

LA MEMORIA FAMILIAR

Santiago y Teodoro Ríos saludaron con esa mezcla de acento canario y memoria cubana que los habita desde siempre.

“Nosotros siempre encantados de relacionarnos con nuestra patria chica. Aunque nacimos en Tenerife, vivimos diez años de niños en Cuba y, como se dice, tu infancia es tu patria”, dijo Teodoro.

Crecieron en La Habana, aprendieron Historia de Cuba. Su padre hizo el célebre retrato de Dulce María Loynaz de 1951; su tío Santiago fue actor en la televisión y el cine cubano, de la CMG. “Si a eso añadimos que nuestro padre de familia de la isla de La Palma nació en Cabaiguán… Cuba siempre ha estado presente”, añadió Santiago.

DE “ISLEÑOS” A “MAMBÍ”

La idea de Mambí surgió, como tantas veces ocurre en el cine, a partir de una imposibilidad. “Isleños, sobre la Fundación de San Antonio de Texas, iba a ser nuestra segunda película, pero no caminaba”, contaron. Entonces apareció otra historia: la de los canarios reclutados para pelear en la guerra de Cuba, y algunos que terminaron uniéndose a los independentistas.

“Queríamos rescatar una historia que relacionara a Canarias y América —dice Santiago—. Esa fue la base de nuestra trilogía. No fue intencionada, pero terminó siendo la trilogía del cine canario: Guarapo, Mambí y El vuelo
del guirre.”

Teodoro precisó: “Es una relación especial. En Cuba somos isleños; el resto son españoles.”

UN GUION ENTRE DOS BANDOS

La película fue también un acto de equilibrio, porque es una coproducción con el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos. “Cuando trabajábamos con los guionistas españoles, la historia se hacía muy española; y con Ambrosio Fornet, muy cubana”, recuerdan. “Nosotros poníamos el equilibrio.”

Mambí cuenta la historia de Goyo, un joven canario reclutado por el ejército español que, al llegar a Cuba, termina desertando.

“El hijo del cacique no iba a la guerra —señala Teodoro—. Los pobres sí. Goyo tenía familia en Cuba, y poco a poco se va decantando por el lado cubano.”

Santiago añade: “Queríamos una película antibélica, humana. No idealizar a ningún bando, sino mostrar el desastre que es toda guerra.”

Una historiadora cubana les comentó después: “Ustedes les han lavado la cara a los españoles.” Pero ellos prefieren pensar que mostraron a las personas detrás de los bandos.

EL CINE COMO BATALLA

Teodoro compara el rodaje con un tren que parte cargado de sueños y va perdiendo piezas por el camino. “El cine es muy complicado, es como una guerra. Vas con ilusiones, sabes que algo te va a fallar, y tienes que suplirlo con imaginación. La película perfecta no existe.”

Entre las anécdotas, la más celebrada fue su encuentro con Andy García en el Festival Latino de Los Ángeles. “Por ser cubano y haber estado cubaneando, la mitad de mi caché”, les dijo. “¿Y cuánto es la mitad?” “Nueve millones de dólares.” “Ah, muchas gracias, Andy. Ya te llamaremos.”

Rieron todos. Porque, como el propio cine, esta historia también se sostiene con humor y dignidad.

PUENTES HACIA EL FUTURO

Desde el público en Camagüey llegaron nuevas ideas: ¿por qué no hacer más intercambios? “Me parece una estupenda idea —respondió Teodoro—. El vínculo ya está hecho con DocuRock.”

Santiago habló entonces de lo que más les importa transmitir a las nuevas generaciones: “Si de algo sirve el paso del tiempo es para dejar un legado.
La palabra mágica es perseverancia. Si pasan diez años y sigues creyendo en el proyecto, sigue adelante. Un día se convierte en realidad.”

Teodoro añadió una posibilidad concreta: el Canary Islands International Film Market, el CIIF Market, donde jóvenes realizadores cubanos podrían presentar proyectos con vistas a una coproducción. Un nuevo puente entre islas.

UN RELEVO EN MARCHA

Hoy, los hermanos Ríos se mantienen más vinculados al ámbito cultural que al de la producción activa. Jubilados, continúan participando en charlas, debates y proyectos de colaboración. La productora familiar Festeam ha pasado a manos de Guillermo Ríos, hijo de Teodoro, quien dirige el CIIF Market, ya con veintiuna ediciones como espacio que impulsa el cine independiente y conecta proyectos internacionales con productores europeos. Este mercado otorga premios que permiten a los ganadores asistir a eventos como Cannes o Berlín, fortaleciendo los lazos entre cinematografías emergentes y circuitos globales.

Por su parte, Santiago ha regresado recientemente al rodaje con el cortometraje WC Story (Historia de un baño), producido por el actor cubano Joel Angelino, recordado por Fresa y Chocolate. La historia, una comedia ácida ambientada en un baño, fue filmada en un cine art déco de La Rampa, en La Habana —el mismo donde los hermanos acudían de niños—, y se exhibirá este año en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. Una vuelta al origen, tanto personal como cinematográfico.

UN TERRITORIO PARA EL ENCUENTRO

En medio de las dificultades cotidianas, estos espacios sostenidos por la Asociación Hermanos Saíz y el equipo de Mi Camagüey Streaming reafirman algo esencial: que el cine, incluso sin pantalla encendida, sigue siendo un territorio para el encuentro. Ver a los hermanos Ríos dialogar con jóvenes realizadores cubanos fue más que hablar de una película del pasado: fue tender continuidad, demostrar que los sueños también se heredan. En ese puente entre Tenerife y Camagüey —con el respaldo de Benjamín Reyes con el festival Docurock y El Almacén de la Imagen de la Asociación Hermanos Saíz— se consolidan vínculos que trascienden las islas y las distancias.

La luz del pequeño generador que alumbró la sala Fénix se volvió entonces una metáfora precisa: el cine, como la vida en Cuba, se sostiene con lo que se tenga. Y aun así ilumina. Quizás esa sea la enseñanza más profunda que deja Mambí: que siempre hay un instante en el que alguien elige seguir filmando, seguir creyendo, seguir encendiendo la historia desde la oscuridad.