SALAMANCA, ESPAÑA.- Rodrigo Tamariz, el director artístico del Festival Internacional de las Artes de Castilla y León (FÀCYL), anda siempre atento a cada detalle del evento y a los invitados. Su energía y pasión son palpables mientras recorre los diversos escenarios y actividades, para que del 13 al 16 de junio todo transcurriera sin contratiempos y que cada actuación fuera memorable en la encantadora ciudad de Salamanca.

Con una mirada perspicaz y un enfoque en la innovación, él no sólo supervisa la logística, sino que también interactúa activamente con artistas y asistentes, escucha las opiniones y mejora continuamente la experiencia del festival. Tanta dedicación y compromiso reflejan su deseo de crear un espacio cultural vibrante y dinámico para celebrar las confluencias de la tradición y la modernidad.

En el contexto latinoamericano, el pionero del mapping en España es un verdadero artista en movimiento, ocupado y preocupado por colaborar con oportunidades de aprendizaje acerca del vínculo de las artes y las tecnologías digitales. Del pequeño laboratorio de una clase a la gestión de un festival expandido por una urbe famosa hay un amplio camino, y al respecto conversamos.

 

—¿Podría contarnos sobre el proceso de producción del festival?

—El proceso de producción del FÀCYL es realmente un trabajo arduo que puede durar hasta un año, incluso con algunos espectáculos planificados desde hace año y medio. Nuestro objetivo es crear una programación que sea accesible y atractiva para un público global, desde los cero hasta los 99 años o más. Personalmente, me esfuerzo por hacer que este festival sea moderno, con producciones propias que incluyan tanto a compañías internacionales como nacionales. La clave está en escuchar a todos los participantes y mejorar continuamente. El FÀCYL es luz, movimiento y color, y queremos que se vea reflejado en cada aspecto del festival.

 

—Salamanca es una ciudad con una rica tradición y un gran atractivo turístico. ¿Cómo se maneja la diversidad del público?

—Salamanca, con su arquitectura tradicional y su vibrante vida estudiantil, es el escenario perfecto para un festival como el FÀCYL. Nuestro reto es atraer a un público internacional sin dejar de lado a los habitantes locales y a los estudiantes. Intentamos ofrecer una programación variada que incluye música, literatura y más. Queremos que la corriente cultural que creamos aquí abarque todas las artes y llegue a todos los rincones de la ciudad, siempre con mucho trabajo y dedicación. La meta es adaptarnos a las nuevas tendencias sin olvidar nuestras raíces históricas.

—Este año se ha incluido un espectáculo de videomapping con obras creadas por niños. ¿Cómo surgió esta iniciativa y qué impacto esperas que tenga?

—El espectáculo de videomapping infantil es una de nuestras iniciativas más emocionantes. Más de mil niños participaron en una actividad de ilustración, de las cuales se seleccionaron 30 para crear este espectáculo. Trabajaron junto a artistas profesionales para ver sus creaciones proyectadas en la fachada del Ayuntamiento de Salamanca. Esto no solo fomenta la creatividad desde una edad temprana, sino que también conecta a los jóvenes con la alta tecnología aplicada a las artes escénicas. Queremos que los niños vean el resultado de su trabajo y se sientan parte de este gran festival, creando nuevos públicos y alimentando su interés por las artes.

 

—La tecnología juega un papel importante en el FÀCYL. ¿Cómo equilibra la tradición con las nuevas tecnologías?

—Salamanca tiene una arquitectura tradicional impresionante, pero su población estudiantil aporta un espíritu vanguardista. En el FÀCYL utilizamos las tecnologías modernas para crear espectáculos que son tanto visuales como narrativos. La tecnología puede humanizarse y romantizarse, y creemos que puede provocar una profunda conexión emocional con el público. Es importante que los artistas piensen en cómo su obra será percibida, y que el público pueda entender y sentir esa obra. Este equilibrio entre lo antiguo y lo nuevo es lo que hace que el festival sea tan especial.

 

—¿Qué aprendizajes ha tenido desde el año pasado al asumir la dirección artística del FÀCYL y cómo influyen en la programación de este año?

—Cada año es una oportunidad para aprender y mejorar. La retroalimentación del público es crucial para nosotros y nos ayuda a adaptar nuestra programación. Como director he visto cómo las reacciones del público pueden guiarnos para ofrecer espectáculos más innovadores y emocionantes. El trabajo en el festival no se detiene; siempre estamos pensando en nuevas ideas y colaboraciones para el próximo año. Desde el momento en que termina el festival, ya estamos trabajando en la siguiente edición, conectando con artistas y planificando cómo superar los retos y aprovechar las oportunidades que se presentan.

 

—Para concluir, ¿cuál es su visión para el FÀCYL?

—Que siga siendo un referente cultural tanto a nivel nacional como internacional. Queremos que el público perciba el festival como una parte esencial del tejido cultural de Castilla y León. Es fundamental agradecer al público porque sin ellos no tendría sentido nuestro trabajo. Queremos que el FÀCYL sea reconocido por su luz, movimiento y color, y que la gente asocie estos elementos con nuestra identidad y que aumentemos esa conciencia social. Seguiremos dedicándonos por completo a esta labor, con la colaboración de un equipo comprometido para que se pueda disfrutar. Así, cuando la gente vea un amarillo, me encantaría que lo reconocieran como el FÀCYL. Tenemos que probar el amarillo, tanto en el sabor como en la sinestesia de los colores, como en verlo, tocarlo, paladearlo. El FÀCYL es vanguardia.