Con manos arrugadas y dedos flacos, a los 91 años, Jorge González Allué todavía acariciaba el piano con la misma pasión con la que lo hizo durante toda su vida. Para muchos jóvenes de hoy, su nombre es apenas un eco lejano, quizá solo asociado a su canción más famosa, Amorosa guajira, una obra que ha trascendido como símbolo de Camagüey. Sin embargo, detrás de ese legado musical, yace la figura de un hombre que dedicó su vida a la música y al amor, y que ahora, en el Festival Boleros de Oro, es recordado y celebrado.