Guáimaro, Camagüey .- A Yoel Hernández Alberteri le queda de guajiro las botas tejanas, la franqueza sin adornos, la forma de caminar, el amor a la tierra, las huellas físicas que deja tanto trabajo duro y el sol, y el corazón ¡claro!, lo más importante. Pero de timidez nada, y menos de bruto, porque Yoelito (como le dicen sus amigos y conocidos) es un guajiro “leído y escribido”.