Caminar por las calles y parques de Camagüey pareciera de repente, salvando las distancias, que estuviéramos en la antigua Grecia, repleta de bustos y monumentos, es como si se le antojara a Minerva, que nuestra ciudad fuera una gran pasarela donde se le rendía culto a la belleza y perfección del hombre, igual que antaño.