CAMAGÜEY.- Antes, agostos atrás, para esta fecha ya el riachuelo que atraviesa la finca El Asiento, enclavada en el kilómetro 44 de la carretera a Santa Cruz del Sur, en Monte Grande, se había desbordado varias veces y hacía correr sus aguas impetuosas por la sabana. Ese paraje es el preferido de la familia Cabrera Novoa y su amplísimo círculo de amistades para refrescar cada verano.

Este año la sequía se ensañó con esta región del Camagüey durante poco más de seis meses. Muy poco ha llovido, allí está el riachuelo enjuto testigo de la poca benevolencia de la naturaleza. Blancanieves Cabrera Novoa y Guillermo Villavicencio Flores, conocido como Willy, campesinos y compañeros en la vida, aseguran que el cambio climático no es cosa de spot televisivos, es la preocupante realidad a la que se enfrentan en el trabajo en el campo cada día.

“Esos cambios los sufrimos en nuestra labor, impactan en toda la agricultura. Cada vez las sequías son más extensas, la primavera se demora en llegar y a veces ni se asoma”, se lamenta Willy.

Blancanieves y Villavicencio no andan esperando que la “cosa” se complique más, ellos ponen todos sus empeños para ayudar a la madre Natura y preservar ese especie de paraíso que es La finca encantada, - como le llaman a su estancia integral, la cual está asociada a la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Pino Tres, del sureño municipio y ostenta, entre otros títulos, la condición de Finca de Excelencia, que le otorgó el Movimiento de la Agricultura Urbana y Suburbana y el ser el único Jardín Botánico de Frutales con que cuenta la provincia.

LA NATURA NECESITA AYUDA

Los árboles de frutales- fundamentalmente- con más de 160 especies en total, son el alma-corazón-pulmón de la Encantada. “En la medida que hemos logrado incrementar el nivel boscoso han regresado especies antes perdidas como el zorzal de pata roja, la Cartacuba, los cateyes. Los árboles regulan la temperatura, con sus frutos alimentamos al ganado y al resto de los animales y sus desechos abonan el suelo. Aquí no se quema nada, lo dejamos para que se descomponga y cierre el ciclo natural de las plantas”, asegura Willy, su principal guardián.

Guillermo Villavicencio Flores, conocido como Willy es un destacado campesino y escritor del camagüeyano municipio de Santa cruz del Sur. Foto: Leandro Pérez Pérez/ AdelanteGuillermo Villavicencio Flores, conocido como Willy es un destacado campesino y escritor del camagüeyano municipio de Santa cruz del Sur. Foto: Leandro Pérez Pérez/ Adelante

En ese lunar verde intenso que es El Asiento crecen plantas aborígenes casi extintas como el jocuma, el guayo roble y el birijí. Sueña este matrimonio con plantar también algún ejemplar de camagua, pero la búsqueda hasta ahora de posturas ha sido infructuosa.

Alimentar 130 cabezas de ganado bovino sin sembrar plantas proteicas y forrajeras pareciera un imposible. La clave para ellos está en el empleo del silvopastoreo. Además de los pastos naturales, las cercas vivas y el follaje, frutos y semillas de los árboles les permiten mantener en excelente estado al rebaño y cumplir sin contratiempo los 11 900 litros de leche que tienen como promedio de compromiso en cada calendario.

“Nunca se nos ha muerto ninguna res por desnutrición, ni en el peor momento de la seca, tampoco sufren estrés calórico, lo que nos ayuda a producir todo el año”, asegura Blancanives, apasionada de la ganadería. Esta campesina reyoya impulsa nuevamente la cría de conejos, además de los ya establecidos cerdos criollos, los ovinos y las diversas especies de aves como pavos, guineos, gansos y codornices.

Blanca sueña con poder establecer una conejera de más de 120 animales. Foto: De la autoraBlanca sueña con poder establecer una conejera de más de 120 animales. Foto: De la autora

En esos predios también prosperan siembras de cultivos varios como yuca, calabaza, maíz, berenjena, plátano burro y tomate. Por estos días ponen sus empeños en recuperar la siembra de plátano fruta con sistema extradenso. Ya tienen en su poder más de 2 300 vitro plantas. Este es un sistema que permite lograr mayores producciones en un menos espacio.

A sus rutinas en los cultivos incorporan mañas agroecológicas como el empleo de las yuntas de bueyes para la preparación del campo, de materia orgánica para “alimentar” los semilleros, las plantaciones intercaladas, y conservan las semillas mediante métodos naturales. Una práctica que les ha dado muy buenos resultados es dejar descansar el suelo. Las áreas que utilizan para la siembra de viandas después de un tiempo de explotación la reforestan y la destinan a la ganadería.

Desde hace varios calendarios el apiario de El Asiento no vive la trashumancia, pues las floraciones de los frutales les garantiza la alimentación durante los 12 meses del año. Foto: de la autoraDesde hace varios calendarios el apiario de El Asiento no vive la trashumancia, pues las floraciones de los frutales les garantiza la alimentación durante los 12 meses del año. Foto: de la autora

Quien visita La finca encantada aprecia la armonía que proporciona el equilibrio ambiental que allí han conquistado. En ese ecosistema no puede dejar de mencionarse el rol que desempeñan las incansables abejas. Un apiario fijo, con 50 colmenas garantizan el 70 u 80 % de la polinización de los cultivos y el bosque y estos a su vez le retribuyen con floraciones melíferas todo el año, por lo que no necesitan de alimentación asistida ni trashumar hacia la costa.

Blancanieves y Villavicencio reconocen que en sus logros hay créditos importantes para la Asociación Cubana de Técnicos Agrícolas y Forestales (Actaf) y para la Asociación Cubana de producción Animal (Acpa). La Actaf y el Acpa les abrieron muchas puertas y nuevas oportunidades. La participación en eventos provinciales, nacionales e internacionales dio la posibilidad de mostrar lo que hacen- antes en el anonimato- y aprender de las buenas prácticas de otros. Aseguran que han sido fundamentales en su batalla diaria por plantarle cara a los cambios ambientales.