CAMAGÜEY.- Suman cerca de 40 los centros de aislamiento en nuestra provincia y cientos los hombres y mujeres que allí permanecen en contacto directo con los pacientes. La última oleada de casos positivos a la COVID-19 ha demandado una mayor cantidad de personal y recursos, teniendo en cuenta, por ejemplo, que solo en febrero se reportaron 800 contagios y marzo sobrepasó los 1 200.
También en el rebrote se volvió a probar que cuando se trata de la salud de los tuyos no importa cambiar batas blancas, libros o títeres, por máscaras, gorros, botas, guantes... Alienta mucho en la Zona Roja saber que los de verde te cuidan aunque duerman poco, y que dejaron en casa a hijos, madres y parejas por ti.
LOS NUEVOS ROSTROS DE LA UNIVERSIDAD
Con dos edificios destinados al aislamiento de personas, la sede José Martí de la Universidad (UC) de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz cuenta con una capacidad para 130 pacientes. En el primero se pueden albergar 30 viajeros y en el segundo 100 contactos asintomáticos de casos positivos.
La doctora Yordanka Estrada Ubeda, del policlínico Tula Aguilera, de la ciudad cabecera, fue una de las primeras en llegar al edificio tres de la residencia de hembras de la sede pedagógica.
“Entré junto al doctor Miguel Naranjo Mola, quien estaría al frente de los servicios médicos. Cuando llegamos organizamos todo, definimos puntos clave como la enfermería y ayudamos a habilitar los locales donde ubicaríamos a los aislados y al resto del equipo de trabajo.
“Aquí los turnos son de 24 horas, y aunque las reglas establecen que cada médico y enfermero atiendan solo a 60 personas, sabemos que al crecer el número de instituciones crece también la demanda de especialistas de Salud, por eso hemos llegado a tener más de 80 y nos las arreglamos bien”.
“La jornada comienza temprano, explica la enfermera Aymara Ábalo Freire. De conjunto con los doctores se hacen visitas a los dormitorios dos veces al día para tomar la temperatura y los signos vitales. De ese modo mantenemos el control evolutivo de los pacientes, pues de aparecer algún síntoma respiratorio debemos trasladarlos a otro centro.
“Hasta el momento no hemos presentado ninguna dificultad y es favorable la opinión de la mayoría sobre nuestra labor. Ellos están al tanto de la situación económica del país y agradecen los esfuerzos que hacemos porque sus horas aquí sean lo mejor posible”.
“Sin embargo, dice Eddy Zamora Pérez, residente de segundo año en la especialidad de Medicina General Integral, lograrlo requiere un esfuerzo enorme. Entre los ingresos, los chequeos de temperatura, las altas, la actualización constante de historias clínicas, estamos bastante atareados. Es mi cuarta vez en Zona Roja desde el inicio de la pandemia y si la gente supiera cuánto implica velar por su salud una vez dentro, se cuidaría un poco más”.
Según Raimundo Agosto Nicot, instructor de teatro en la casa de cultura Ignacio Agramonte, “al formar parte del personal de apoyo me siento tan útil como hacer reír a los pequeños en las funciones del Guiñol, donde también actúo.
“Puede que algunos piensen que llevar alimentos en cajitas no es nada complicado, pero son cuatro pisos, dos bloques y repartimos seis comidas. Además, estamos todo el día pendientes de las necesidades de los pacientes, ayudamos en las pesquisas y a ubicar a las personas cuando llegan. Garantizamos el lavado de las manos y fumigamos las áreas donde salga algún positivo”.
Para Luis Viamontes Duarte, asesor literario de la casa de cultura Amalia Simoni y ahora uno de los cinco valientes del equipo de apoyo, hablar con su familia por teléfono o mediante una wifi gratis habilitada para ellos, es fundamental.
“Cuando salimos para acá se quedaron preocupados, pero entendieron. Ahora hasta les mandamos fotos de cómo estamos vestidos con todos los medios de protección para transmitirles seguridad. Saberlos tranquilos nos da paz”.
Fotos: Alejandro Rodríguez Leiva /Adelante
CIENCIAS MÉDICAS FIEL A SU MISIÓN
Por su parte, la Universidad de Ciencias Médicas (UCM) Carlos J. Finlay tiene habilitados tres centros de aislamiento: la escuela de enfermería, con 38 capacidades; el edificio dos de la sede central con espacio para 80 sospechosos y el tres de la propia sede, donde pueden alojarse 48 contactos de casos positivos.
De acuerdo con Yunier Duré Guzmán, director de extensión universitaria y trabajo educativo de la UCM, la Casa de Altos Estudios asumió una parte del personal médico con doctores e internos de sexto año.
“El grupo encargado de llevar las comidas a los cuartos lo conforman muchachos de la Federación Estudiantil Universitaria que dieron su disposición, mientras la limpieza está a cargo de varios jóvenes del consejo popular. En la Zona Roja del edificio dos, por ejemplo, laboran un total de 15 personas”.
Con el directivo conocimos además de la apertura de otro hospital de aislamiento en la facultad tecnológica, donde se cuidan 78 contactos. Allí también la UCM garantizó el personal capacitado, sobre todo de enfermería de los años terminales y algunos graduados.
Duré Guzmán aseguró que la escuela sigue funcionando. “Tenemos cerca de 500 beca-dos, de ellos 300 extranjeros, estudiantes de Medicina de 6to. año que están trabajando en la asistencia, de enfermería de los años 3ro., 4to. y 5to. y personal médico de los municipios que, debido al cierre de la ciudad, se quedaron aquí.