Él: “Somos adultos mayores jóvenes, con las mismas ansias de amar que puede tener un joven, con las mismas ganas de ser felices que puede tener un joven, con los mismos deseos de vivir que puede tener un joven. Sé que son pocos los días que me quedan, pero los quiero vivir intensamente”.
Ella: “El amor hace mucha falta, es un incentivo: el amor lo puede todo. Dicen que el amor es la fuerza que mueve la tierra. Amarse a esta edad es lindo porque ya tenemos más experiencia, se vive más el amor”.
Así se sienten a los 73 y 76 años, respectivamente, Néstor Pimentel Cabrera y María del Rosario Moreno Vega. Es que el amor no entiende de edad, de raza, de sexo… El amor llega porque sí, cuando menos se le espera y cuando más se necesita.
Néstor: “Nos conocimos en el año 2013 en el Hogar Padre Olallo. Ya yo estaba allí cuando ella llegó. Primero establecimos una amistad que fue creciendo, se fue formando hasta convertirse en una relación amorosa, pero muy respetuosa del lugar donde estábamos, que es una institución religiosa. Salíamos a pasear como dos adolescentes, escondidos, para que nadie nos viera”.
María: “Entré un poco dolida, falta de afecto, y encontré en él, sin darme cuenta, el cariño que necesitaba. Un buen día estaba sentada en un balance y se me acercó y me hizo una declaración que nunca voy a olvidar porque me tocó en el fondo del corazón. Me gustó su forma de ser porque es muy sutil para llegar a las personas. Como para mí el amor es el motor impulsor de la vida, eso fue lo que me dio fuerzas, porque llegué allí con la esperanza de seguir viviendo, pero no tenía una base sólida para afianzarme; él fue eso, la roca en la que me afirmé. Ya llevamos seis años juntos”.
Los dos habían pasado mucho tiempo sin pareja. Cuenta María que cuando se jubiló en el año 1992 se consagró a su nieta y ni pensaba en ese tipo de relación: “No me hacía falta porque ella ocupaba todo mi espacio: estaba pendiente de la escuela, las reuniones, por el regreso de Elián, participábamos juntas en todas las actividades y eso llenaba mi existencia, pero cuando se acabó me dejó un vacío”.
—¿Pensaron después de tantos años volver a tener pareja?
Néstor: “No, eso no me pasaba por la cabeza, creo que fue naciendo poco a poco. Pero además, en los tres años que estuvimos sin casarnos nunca tuvimos relaciones sexuales por respeto al hogar y a ella”.
—¿Cómo se siente el amor a esa edad?
Néstor: “Maravilloso. Es volver a nacer, volver a enamorarse, volver a ser joven, adolescente. Uno piensa en el amor y recuerda la adolescencia, la primera novia, el corre corre, que papá no me vea, que no se enteren… esas cosas pasaron igualito entre nosotros, creo que por eso fue tan fructífero, tan fuerte”.
María: “Es igual. Recuerdo que un día estábamos en Las Cubanitas y el padre Ignacio nos vio. Yo le tenía la mano cogida y rápidamente se la suelto y el padre me dice: 'Por qué le quitas la mano si ya te vi'”.
Néstor: “Pasamos sustos, muchos sustos. Pero no era porque fueran a tomar represalias contra nosotros, sino porque nos daba pena, por respeto. Ellos sabían que había una relación fuerte, pero nunca interfirieron en eso. Ya cuando la cosa se puso fuerte sí me preguntaron qué íbamos a hacer.
“El hermano Francisco me dijo una cosa muy importante: 'Mira, Néstor, lo más lógico es que un matrimonio esté junto, que tengan una habitación, que duerman juntos. Yo me sentiría mal por tener un matrimonio separado'. Entonces le dije: 'Bueno, hermano, no me queda más opción que irme', y él respondió: 'Haga lo que usted entienda', y más nada. Empezamos a hacer la gestión para venir acá (Hogar de Ancianos Manuel Ramón Silva) y aquí nos acogieron y nos facilitaron este cuarto para los dos”.
—¿Entonces vino la boda?
María: “No, ya nos habíamos casado a escondidas en la notaría el 14 de diciembre del 2016. Nos tocó la notaría de Cisneros, habíamos hablado para que fuera a la una de la tarde y nos cogieron las cinco, la hora en la que pasaban todos los trabajadores. Para más suerte en ese tiempo hubo que salir afuera a hacer otra cola y le dije a Néstor: 'Me meto abajo del primer buró que vea, a mí no me cogen en esta calle'. Hasta el abogado fue cómplice. Fue una boda muy bonita, él leyó todas las cosas y eso de hasta que la muerte nos separe…”.
—¿Y en la iglesia?
María: “La iglesia tuvo otra historia. Yo pensaba que el padre estaba jugando cuando me habló del tema y le dije: 'Bueno, si me vas a casar es con la marcha nupcial, la alfombra roja y la damita delante tirando los pétalos de rosas'. Él me miró y me dijo: '¿De verdad?' y yo le respondí: 'Claaaro'. Y así fue, el 24 de mayo del 2017”.
Néstor: “Fue una gran sorpresa. El sacerdote se ocupó de todo. Esperábamos una ceremonia normal pero él buscó cake, refrescos, flores… nosotros nada más pusimos la figura”.
—¿Cómo transcurre hoy su cotidianidad?
Néstor: “Todas las mañanas salimos para caminar y cambiar la vista. Nos vamos hasta el Parque Agramonte y en La Pera de Cuba nos tomamos un cafecito todos los días. Los 14, que es nuestra fecha de boda, cambiamos y disfrutamos nuestro cafecito en Las Cubanitas”.
—¿Cuáles han sido los momentos más bonitos o difíciles en los que se han hecho compañía?
Néstor: “¡Difíciles! Esa separación de Padre Olallo fue muy dura. Llevaba cinco años allí y eso me afectó mucho porque todo aquí es diferente, allá tienen más condiciones. Pero el doctor Jesús me dijo: 'Esta es tu casa, la puedes arreglar como desees, acondiciónala a tu gusto'. Y lo más bonito fue casarnos”.
María: “Él se ha operado dos veces y ese momento en que entra al salón, aunque tenga conmigo a todo el mundo, yo lo paso terrible. Luego, cuando lo sacan y llaman al acompañante, lo tapo y estoy a su lado me reconforto, así lo puedo cuidar, alimentar, eso me da placer, cuando lo ayudo, lo acompaño en los primeros pasos”.
—¿Qué agradecen a esta unión?
Néstor: “Soy católico y agradezco a Dios todo lo que tengo, porque he venido a ser feliz al final de mi vida. He encontrado a la compañera que me sigue, me comprende, que me ayuda; los dos nos auxiliamos mutuamente, nos sacamos de los baches. Llevamos una vida muy buena. Tuve dos matrimonios anteriores y nunca llevé una vida como ahora, de un amor de verdad, sincero. El amor en la vejez es más lindo que en la juventud, porque el amor en la juventud es una ilusión y en la vejez amas con todo lo que te queda, con lo poquito que te queda en el corazón, lo que te queda de emociones… lo quieres dejar todo ahí. Yo digo que no quisiera morirme primero que ella para no dejarla sola. Siempre se lo pido a Dios aunque tenga que sufrir su partida”.
María: “Yo no quiero ni pensar en eso, ni lo imagino, él ha llegado a ser una parte de mi vida. Amo a mi nieta, la adoro, ¡pero él es tan importante! Nos comprendemos a tal punto que hasta con la mirada. Pero tenemos cosas de adolescentes, hoy escondida de él quería comprarle el regalo y me quedé atrás, cuando llegué le pregunté si me había echado de menos y me dijo: 'Más nunca te dejo sola', y así. Luego le digo 'Papi, voy pa’ arriba de ti a darte besitos' y es una cosa tan linda, que no tiene descripción”.
—¿Qué es lo que se ama del otro?
Néstor: “Yo amo a la hermana, a la compañera que tengo a mi lado, a la que se preocupa por mí”.
—¿Y qué fue lo que tanto le gustó para hacerle una declaración de amor?
Néstor: “¿Y qué no me gustó? Cuando tú amas aceptas a la persona tal y como es, con sus defectos y virtudes, lo que hay que adaptarse e ir sobrellevando los defectos que poco a poco se van dejando a un lado y ya no son los mismos del principio. Me gustó su forma de ser, su expresividad”.
María: “Yo disfruté mis 15, he viajado, he tenido todo lo que he querido, pero lo mejor, lo mejor que me ha podido pasar ha sido conocerlo a él, te lo digo con el corazón en la mano, porque me sacó de ese letargo en el que estaba, de la tristeza. Vivimos los 500 años de la Villa con intensidad, día a día, salimos todas las noches.
“Vivimos en un hogar, pero en un hogar donde disfrutamos la vida y somos felices porque nos amamos de verdad. Y este cuarto es especial para mí porque nuestra primera noche de intimidad fue aquí y fue preciosa. Él se portó como todo un caballero y creo que muy pocos jóvenes han podido experimentar eso porque como tienen tanta ‘locura’. Lo de nosotros fue más sedado, fue una entrega total”.
—¿Es igual el deseo que en la juventud?
María: “El deseo es el mismo, aunque creo que tiene que ver con el estado de ánimo y el gusto, porque si no te gusta no funciona; si te gusta, nada más que te rozan y funciona todo, y todo es color de rosa”.
Néstor: “Cuando tú amas no hay obstáculos. Dicen que cuando uno ama lo acepta todo, y es así. Yo estoy enfermo de cáncer de próstata desde el 2011 y lo primero que le dije fue eso, por si no resultaba alguna vez que lo supiera. Pero ahora todo está bien y vivimos el amor a plenitud en todos los sentidos de la vida”.
—¿Qué dicen a los jóvenes que tienen prejuicios con el amor a la tercera edad?
Néstor: “Que somos seres humanos que tenemos un corazoncito igual que el de ellos, un poco más deteriorado pero un corazón que también ama, y si los ama a ellos, ¿por qué no puede amar a otra persona? El amor puede compartirse, amando la vida amo todo lo que me rodea. Entonces, ¿por qué oponerse a que tengan una nueva relación si ya a ese joven le han dedicado bastante tiempo? En la vida, más a los acianos, hace falta el cariño. ¡La soledad mata! Cuando uno entra a un hogar de ancianos uno sabe que hace falta amor, que el amor es para todos, que no es para uno solo”.