En el plano internacional, Cuba ha sobresalido por su generosidad en circunstancias de esa naturaleza. Steve Clemons, quien ha dirigido uno de los principales programas de la New America Foundation y es editor del blog político The Washington Note,  resumió esa actitud en un artículo cuando aseguró:

 “Cuba se ha convertido en un proveedor nato de ayuda ante las catástrofes, con programas de asistencia médica relacionada con todo el mundo, especialmente después de los tsunamis, huracanes y terremotos”.

Ejemplos altruistas sobran para ilustrar tal conducta, la que ha permitido que actualmente casi 70 países reciban asistencia médica de profesionales del archipiélago. NO por complacencia la Organización Mundial de la Salud (OMS) cuando la epidemia de ébola que azotó a países africanos en 2014 calificó de “increíble lo que Cuba puede hacer”.

¿Pero ese mismo proceder se manifiesta hacia el interior de esta noble nación?

Lamentablemente NO ocurre así en todos los casos, aunque en muchos sí está latiente. Lo que sucede es que algunos modos de actuación empañan la infinidad de acciones a favor de la convivencia y de la vida de los cubanos.

 Hay quienes sostienen que la solidaridad se ha perdido, que los tiempos y las personas han cambiado, y basan esos criterios en experiencias personales.

A una estudiante universitaria de la década del 80 del pasado siglo le oí decir recientemente: Yo cogía mucha botella cuando venía por la Autopista Nacional desde La Habana hasta Sancti Spíritus, y nunca nadie me cobró un centavo, pero hoy si NO tienes un fajo de pesos en la mano, es difícil que te recojan.

Una señora mayor que habitualmente utiliza el transporte público local manifestó que excepcionalmente los hombres les  conceden el asiento a las mujeres en los ómnibus. Situaciones parecidas, que denotan falta de caballerosidad, se dan con  embarazadas en las colas de centros comerciales y de servicios.

Además de esas circunstancias que revelan insensibilidad,  ocurren otros casos en los que también se siente la ausencia de solidaridad, entendida como cooperación, lo cual está en contradicción con la propia existencia humana, que cada día requiere de mayor interrelación social.

Entonces, resulta contraproducente la decir frases como “sálvate tú que yo me salvo como pueda”.

 Algunos creen que el dinero lo resuelve todo, por ello subordinan la bondad al interés monetario. ¿Será que el denominado período especial ha conllevado a la metalización de las personas, mejor dicho, de algunas personas, y por ello olvidan su condición humana?

La difícil situación económica que ha atravesado el país en los últimos 25 años NO puede rendir los valores de esta sociedad, por ello corresponde a la familia, a la escuela, a las organizaciones políticas, de masas y sociales luchar contra las actitudes egoístas e individualistas. Es una obligación moral detener cualquier asomo de esos modos de actuación.

El cubano siempre ha tenido una vocación de servicio al prójimo; por lo que ese proceso de ayuda, auxilio o asistencia  debe prevalecer.

La generosidad engrandece a los individuos y los hace más hombres,-en el mejor sentido de este vocablo-. Confiemos en el ser humano y comencemos a tratar a los demás como si fuéramos nosotros mismos.

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