CAMAGÜEY.- Desde la comodidad de la casa el usuario de EnZona realizó la compra, dos o tres toques a la pantalla del teléfono y ya tenía la bolsa de néctar de guayaba que necesitaba, en 24 horas podría ir a buscarla tal como explica la plataforma y así lo hizo. Al llegar, enseña el carné, dice que viene a recoger una compra online… y comienza lo inconcebible.

La dependienta llama al administrador, un muchacho muy educado que explica como quien ya lo ha hecho otras veces. “Mire, hubo un problema, se publicó un número mayor del producto del que teníamos en existencia”, hasta allí comprensible incluido el error humano. Mas, justo en el mostrador escuchaba la conversación una bolsa como la que había comprado el usuario, “¿y esta?”, preguntó. “No, esa es para la venta en efectivo”.

Fue más fácil devolver el dinero que entregar un producto, que sí hay en existencia, solo que para otra modalidad de venta. ¿Tiene el cliente que esperar a que le entre la devolución, dirigirse a un cajero, hacer la extracción y regresar a comprarlo? ¿Todo eso a pesar de que la plataforma ya aceptó el pago?

También está la otra cara de la moneda, sobre todo en el sistema de Comercio Interior es moda ofertar renglones diferenciados solo para medios de pago electrónicos, y ello porque tienen que cumplir un plan de ventas por la aplicación.

¿Quién protege, entonces, los derechos del consumidor? ¿A quién le duele que pierda credibilidad el método de dichas pasarelas? ¿Quién paga el descuento que estas proporcionan? ¿Quién le explica a una persona mayor en qué consiste el comercio electrónico y que teniendo el dinero en efectivo no puede adquirir un producto?

Tales casos y peores se repiten a diario y los sufrimos, en más ocasiones de lo que quisiéramos, los que entendemos que ese ya no es el futuro sino el presente. Cada día somos más los que cobramos mediante tarjetas magnéticas y cada vez se alargan también las colas en los cajeros automáticos, esto último con menos solución pues incrementarlos depende de que se importen.

Crear una cultura de utilización de los canales digitales de pago no se logra con uno ni con otro extremo de los aquí relatados, en realidad provocan rechazo.

Tampoco se trata de crear mecanismos que entorpezcan procesos al amparo de la informatización de la sociedad como sucedió con la venta de combustible en los servicentros desde la aparición de los cupones. Muchas veces hay que comprar los que haya sin importar la cantidad a habilitar, incluso al lado del POS que despacha, y de cinco en cinco raspar cuatro, seis, siete hasta completar la cantidad deseada.

En la medida que se genere un ambiente de confianza y funcionalidad, más personas comenzarán a sacar en efectivo lo mínimo indispensable e incrementarán las compras digitales o mediante canales electrónicos. En tal sentido tiene mucho que aportar el sector privado, pues son pocos lo que exploran dichos mecanismos de comercialización, cuando las facilidades que brinda EnZona son envidiables para cualquier negocio no estatal.

Según el Observatorio de Gobierno Digital cubano, durante 2020 un 29,3 % de las personas naturales pagaron a través de canales digitales el servicio de pasajes; un 21,3 % la factura de los servicios telefónicos; un 21 % la de la electricidad; en menores porcientos se ubican el agua (7,2 %), el gas (6,6 %) y los impuestos (3,4 %).

Solo EnZona ha incorporado 14 315 establecimientos comerciales que al no importar los terminales de puntos de venta (POS) han ahorrado al país algo más de siete millones de dólares. Sin embargo, no resulta suficiente, todavía cuando llegas a un sitio y dices que vas a pagar mediante esa vía vienen las trabas o simplemente la mala cara.

Que hay que seguir perfeccionando los mecanismos es una realidad.

Allí está TuEnvío, con dos años de explotación y muy distante del buen quehacer a pesar del potencial informático del país. Si bien es cierto que recibe, en los momentos picos, unas 100 000 solicitudes por segundo, también urge mayor coordinación entre los factores que intervienen en los procesos tecnológicos, organizativos y funcionales.

La explosión del empleo de estos medios generada por la pandemia no la calculó nadie, pero en este período se ha avanzado poco en mejorar las plataformas y en que se sumen otras cadenas. Captar divisas frescas es importante, pero brindar el servicio rápido, cómodo y seguro desde la distancia de un clic que merecemos los clientes tiene que ocupar el lugar prioritario que se describe en la política de informatización de la sociedad.

Los últimos 24 meses, en los que salir de casa ha sido un riesgo, mostraron una realidad a la que estábamos de espalda y en la que apresuradamente hemos tenido que entrar, a veces sin todas las condiciones. El comercio electrónico existe, es posible, fácil y confiable; le corresponde a los comercializadores evitar que se convierta en una odisea.