CAMAGÜEY.- En muchos hogares son las mujeres las que primero y con más dedicación toman la iniciativa de ahorrar energía. Siempre están velando para apagar bombillos o equipos electrodomésticos encendidos innecesariamente, cierran las puertas de la cocina para que el aire no atice la candela y eleve el consumo del combustible, o aplican una medida tan sencilla como sacar del refrigerador agua congelada para abrirlos menos veces.
En el mundo de hoy el desmedido consumo de electricidad crece vertiginosamente y a la energía no se le concede la importancia de no malgastarla, como vía de regulación de los escapes de gases contaminantes a la atmósfera. Observar tan elementales iniciativas, incluida la de erradicar el despilfarro de agua que conlleva el uso de portadores energéticos, podría conducir a un mundo menos agresivo con la naturaleza y con la propia especie humana.
El 21 de octubre es el Día Mundial del Ahorro Energético, celebrado por primera vez en el 2012, en un foro sobre energía, con sede inaugural en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, y respaldado por numerosos países con el objetivo de garantizar el acceso a energía asequible, fiable y moderna para todos en el 2030 e impulsar el crecimiento económico, el desarrollo humano y la sostenibilidad ambiental.
Esto último, en realidad, es una de las mayores preocupaciones de la sociedad actual. Nadie puede negar las consecuencias del cambio climático, evidentes en el deshielo de los glaciares, el aumento de la temperatura media y la mayor frecuencia de catástrofes naturales. El acelerado proceso de electrificación de las economías modernas demanda la sustitución de los combustibles fósiles por energía eléctrica, mayoritariamente de origen renovable.
En Cuba, todavía lejos de lo óptimo, los esfuerzos van dirigidos a la eficiencia energética que requiere una dosis de comprometimiento personal en los hogares, en los centros laborales y a escala de toda la sociedad, de lo contrario, no es posible triunfar en este inaplazable paradigma en los países desarrollados y con más razones en las naciones pobres o en vía de desarrollo.
El país no se aparta de la idea de cambiar la matriz energética cubriendo el 24 % de la generación eléctrica --para el ya cercano 2030-- con fuentes renovables de energía y un ahorro considerable de combustible fósil, además de economizar millones de dólares a razón de que cada tonelada de combustible adquirido por el país equivale aproximadamente a 700 dólares americanos.
A pesar del férreo bloqueo económico, comercial y financiero del gobierno de Estados Unidos, Cuba puso en marcha este año la primera central bioeléctrica, la cual genera electricidad a partir de la biomasa de marabú, empleado como combustible de la planta, en tanto, de diciembre a mayo se proyecta utilizar el bagazo de caña del central Ciro Redondo, de Morón, Ciego de Ávila.
Los planes van acompañados de inversiones para instalar tecnología solar fotovoltaica, el más adelantado hasta la fecha, parque eólicos y pequeñas centrales hidroeléctricas con un monto financiero total cercano a los 3 000 millones de pesos en el que se incluye el tiempo para construir, fabricar, montar y poner en marcha las instalaciones.
En el país se han montado 67 parques fotovoltaicos con una potencia instalada de 22,4 % de los 700 Megawatts que se proyecta generar en el 2030 con esta tecnología, de ellos en Camagüey cinco funcionando en el municipio de Guáimaro, perteneciente a la Empresa de Hidroenergía; dos en el capital, Planta Mecánica y el “13 de Agosto” en la Circunvalación Norte; uno en Lugareño, Minas, y otro en Imías, ambos en la zona norte de la provincia con una disponibilidad total de 9,7 Megawwats.
Esta tecnología significa ahorro de combustible, fundamentalmente de diésel. El pronóstico es ampliarse con financiamiento externo, de empresa mixta y nacional.
La emergencia energética, decretada en Cuba por el criminal reforzamiento del bloque de Estados Unidos para impedir la llegada de barcos de combustible al país, ha obligado a arreciar el control sobre el uso de la energía. En Camagüey, por ejemplo, se da seguimiento diario al consumo en los 10 150 servicios estatales, sin descuidar a través de las organizaciones vecinales de la comunidad que la población refuerce las medidas de ahorro en circunstancias tan especiales.
El 11 de septiembre del pasado año en el programa televisivo Mesa Redonda, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, presidente de la República de Cuba, alertó: “Están tratando de impedir que llegue el combustible a Cuba, chantajean a las empresas y los cargueros que hacen negocios con nuestro país, la aplicación de la Ley Helms Burton ha intimidado y presionado, y esa situación ha provocado en los últimos días una baja disponibilidad de diésel para la producción y los servicios, algo que hemos visto en las paradas”.
Un año después la situación lejos de mejorar, se ha recrudecido. Mas, en medio de las adversidades económicas provocadas por el enfrentamiento a la pandemia de COVID-19, en Cuba no se han aplicado terapias de choque ni el sector residencial ha sufrido los molestos apagones eléctricos. Por tal razón, los cubanos debemos respaldar y practicar el ahorro energético como vía de favorecer al país, que es favorecer a todo el pueblo.
VENTAJAS DEL AHORRO ENERGÉTICO
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