CAMAGÜEY.- Mientras Jair Bolsonaro se rasga la vestimenta en defensa de la soberanía brasileña ante lo que califica de pretensiones colonialistas de Emmanuel Macron, el presidente francés, la Amazonía continúa ardiendo después de más de 30 días de declararse los incendios.

En pose totalmente demagógica ha levantado la bandera de su “patriótica” defensa de la independencia del país, en claro intento de desviar la atención de los brasileños y la opinión pública internacional de su responsabilidad en los incendios que hoy devoran millones de hectáreas en el llamado pulmón del planeta.

Es diversamente conocido que a Bolsonaro ciertamente se le atribuye un decisivo protagonismo en el desarrollo de una agresiva política medioambiental pues la Amazonía ha sufrido pérdidas a un ritmo acelerado desde que asumió la presidencia del país al favorecer el desarrollo por encima de la conservación, facilitando que empresas nacionales y transnacionales deforesten grandes extensiones del bosque amazónico.

Pero no solamente ha reaccionado tardíamente en tomar medidas para detener y extinguir los incendios en oposición a otros países, como Bolivia, por ejemplo, que desde el inicio del desastre con el presidente Evo Morales al frente de las fuerzas que luchan contra el fuego se lanzaron a controlarlo, sino que se ha dado el lujo de desechar la ayuda internacional que condiciona a que él la maneje,“ofendido’ por las declaraciones del mandatario francés Macron porque este propuso internacionalizar la tragedia de la Amazonía en atención a la importancia de esta selva en el equilibrio climático del planeta.

Ahora, repentinamente, canceló su participación en la cumbre regional de los países con incendios en su territorio concebida para concertar esfuerzos para contenerlos y si es posible extinguirlos, según el vocero de la presidencia carioca por tener que ser sometido a una operación quirúrgica como consecuencia de la puñalada que le infligieran en septiembre del 2018 y la cual requerirá por lo menos 10 días de reposo.

No obstante, en lo que podría interpretarse con una subestimación de dicha cumbre, Bolsonaro ha declarado ‘que aunque sea en silla de ruedas iría a decir la posición de Brasil ante la crisis (los incendios en la Amazonía) en la Asamblea General de las Naciones Unidas que se celebrará el 24 de septiembre y que habitualmente tiene apertura con el discurso del mandatario de esa nación.

No sabemos si allí dirá acerca de su política de propugnar la explotación minera y ganadera en las reservas indígenas donde actualmente viven unos 34 millones de brasileños a quienes culpa en buena medida de los fuegos, y si repetirá la historia de responsabilizar a las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) con la situación actual o si allí considerará que la preocupación internacional con la preservación de la selva constituye una injerencia en los asuntos internos de su país a contrapelo incluso de las declaraciones de Antonio Guterres, el secretario general de la ONU, pero lo cierto es que si la reunión transcurre así, habría que ver qué dirán los otros integrantes de ese organismo.

En ese afán de parecerse más a Donald Trump caracterizado, entre otros malos hábitos, por actuar contra todas las banderas, Bolsonaro acaba de romper lanzas contra Michelle Bachelet, actual comisionada de los Derechos Humanos en las Naciones Unidas, porque esta, en una reunión del organismo en Ginebra dijo que en Brasil habían retrocedido los derechos cívicos y democráticos durante su presidencia, algo que ahora, con su exaltado “patrioterismo”, considera una flagrante injerencia.