CAMAGÜEY.- Logra un silencio escandaloso que rompe con un gesto de la mano o con la voz cuando no sale preciso el sonido. Tiene a la derecha el grabador, a la izquierda la musicalizadora y delante un cristal que traspasa una y otra vez para enfocar a los actores. En el estudio, José Alberto González Quiroga lo puede todo.
Esta semana estaba en plena grabación de capítulos de Mulata, la novela que de lunes a viernes, de 10:00 a.m. a 10:20 a.m., mantiene expectante a la audiencia de Radio Cadena Agramonte. Viéndolo comprendimos mejor lo que en la sala de la casa nos contó y tomamos el pulso de los argumentos favorables al Premio Nacional de Radio 2019.
Entre las obras memorables que ha dirigido destacan la novela Lucía Jerez y el teatro Variaciones para muertos en percusión, Premio Caracol. En ambos casos contó con músicos que tocaron en vivo durante la puesta en escena. Además, sobresale como guionista y adapta obras para dramatizados radiofónicos.
A Radio Cadena Agramonte llegó como un actor veinteañero e hizo con Nino Moncada los programas La música todos los tiempos y La trova. Desde hace más de dos décadas escribe el espacio de efemérides; y también hace notas diarias para En la madrugada y las de Cinco horas, al aire los fines de semana.
A la hora del trabajo, su rostro gana el perfil del hombre más serio del mundo, pero en el receso o en el descanso de un día arduo, como suelen ser sus días, dos palabras suyas bastan para quedar contagiado por la sandunga de un santiaguero nato. Aunque no te conozca, Quiroga te abre las puertas de su vida con la gracia de quien sabe tender puentes.
─Personajes, ambientes, intenciones… ¿qué mira usted primero cuando llega un libreto a sus manos?
─La obra tiene objetivos, súper objetivo y punto de vista. Cuando la lees, sacas tu punto de vista, que es tu arma ideológica, lo que vas a defender por encima de todo. Como la radio es sonido para ver, y el sonido, todo lo que no es ruido, nada puede interferir ese punto de vista, lo que quieres alcanzar con esa obra.
─Cuando no enciende la radio, ¿qué prefiere escuchar usted?
─Nada. Prefiero la radio siempre. La radio te va a acompañar en todos los momentos de tu vida. En los tristes la pones y va a ser tu cómplice; y en los de alegría también ayuda a la felicidad. Estoy convencido de que si falto, la radio continúa; pero yo no puedo continuar sin la radio.
─Ha descrito la radio como “trapiche moledor de ideas” y “dama embaucadora”, ¿por qué?
─La radio tiene la inmediatez. No dice lo que pasó, sino lo que está pasando. La radio cuenta la noticia y a los oyentes hay que decirles siempre la verdad. El premio lo da el oyente. Por eso también digo que el director tiene mucho de sociólogo.
─El audio en tiempo real pone al desnudo las imperfecciones. ¿Qué opina de la aventura de la radio cubana por Internet?
─Es una aventura muy seria, un reto para la gente de la radio. Hay que saber escoger lo que va a Internet. A la emisora no se puede ir a tirar piedras. Estuve en emisoras de Tenerife. El sistema de la radio cubana está hecho con rigor técnico y artístico. Estamos en ventaja con el mundo.
─Su mente debe ser una sinfonía. ¿Con cuál sonido describe su familia, sus colegas, sus alumnos, su vida y el Premio Nacional de Radio?
─Cualquiera que sea cubano. La música cubana es importantísima y en la radio tiene un sentido.
─¿Siente nostalgia de su natal Santiago de Cuba?
─En Santiago nací e inicié mi carrera como radialista. Tengo recuerdos gratos, aunque ya no tengo familia allá. Santiago es mi vida, pero Camagüey me ayudó a crecer, me abrió los brazos. Llegué el 10 de junio de 1969 para el grupo dramático que no se llamaba Nino Moncada. Aquí he alcanzado muchas cosas, tomé agua de tinajón y tengo dos hijas.
─Trabajó con personas que ahora son leyendas. ¿Qué destaca de ellos?
─Recuerdo con admiración lo aprendido con Antonio Lloga. Yo llegaba al estudio siendo un adolescente, nos sentábamos en el suelo y él hacía anécdotas de la radio. Fue de los primeros en crear un movimiento juvenil de radio. De José Soler Puig aprendí la disciplina, igual que de mi tío Alejandro Quiroga, un excelente actor y director, exigente conmigo, y se lo agradezco.
─Es profesor de la Universidad de las Artes Isa, ¿cuánto de arte y cuánto de oficio tiene el magisterio para usted?
─Hace años pertenezco al departamento de capacitación del ICRT y doy adiestramiento a directores y periodistas; y en el Isa imparto el taller de dramaturgia radial. Doy clases para aprender. La pregunta más ingenua del alumno te pone a pensar y te hace buscar una respuesta coherente del proceso de creación. Ser profesor me ha ayudado muchísimo porque tienes que repasar lo aprendido y enfrentarte a preguntas que te hacen reaccionar.
─Usted comenzó siendo un oyente. Saber escuchar, ¿cuánto implica?
─Ahora en Radio Cadena Agramonte está Mulata, una novela cubana con una audiencia altísima. He pedido estudios específicos, pero a veces eso se dificulta. Mulata es el comentario en la calle: “¿y qué le va a pasar a fulana?”, “me tiene loca la mulata”, “seguro le va a pasar tal cosa”… Los oyentes son capaces de solucionarte el conflicto. Ese premio no tiene precio, es uno de los mayores premios que recibe un radialista.