CAMAGÜEY.- He vuelto a encontrar la postal que hace diez años me regaló Papito García. Es una señal de junio, el mes de su partida física, y también el de su gozo de sanjuanero.
Éramos vecinos. Él, un viejito sonriente, y yo, una periodista recién graduaba que a través de saludos y opiniones recibía su lealtad como lector.
Foto: ArchivoUn día me llamó a Adelante para regalarme una primicia. Había encontrado los nombres de los músicos de la primera conga camagüeyana, agrupación que consideró una continuidad de la música de los cabildos africanos.
Esos santos y señas estaban en sus grabaciones hechas medio siglo atrás, cuando tuvo acceso a secretos de aquellos cabildos, y se preocupó por registrar información que no interesaba a historiadores ni a investigadores de academia.
De fuente se convirtió en colaborador del periódico, con sus memorias reservadas especialmente para el San Juan; de hecho, nos dejó un trabajo dedicado a las comparsas. Lo publicamos de manera póstuma el día 23.
Tenía 72 años cuando falleció el 10 de junio del 2012, luego de una larga enfermedad, limitante de su locomoción, sin embargo, no pudo detener el entusiasmo de sus palabras con aquella energía muy suya de saber arrollar.
Un rumbero natural se llamaba a sí mismo cuando contaba el detalle de su llegada al mundo ayudado por comadrona, a una cuadra de la plazoleta de Bedoya y a otra de la del Cristo.
Ahora, que topo en el dorso de la postal la caligrafía irregular, recuerdo los instantes de su sonrisa y siento el abrazo de su dedicatoria.