Crónicas sueltas

Selección de lecturas publicadas por periodistas de Adelante.


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No es fácil encontrar en estos tiempos un niño que se llame Salustiano, Telesforo, Isidoro, Doroteo; o una niña nombrada Palencia, Encarnacion, Eustaquia...

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Algarabía feliz

Camagüey.- La calabacita del sueño –la víspera-  tampoco quiso dormir temprano. Los niños de esta valiente Isla la convidaron al jubileo de los preparativos  de clases,  porque este martes en toda Cuba, las inquietas personitas con la familia en vilo, tomaron llanos y montañas, pueblos y ciudades y con ese bullicio especial que acaricia cada amanecer del saber, penetraron en las aulas con olores y colores nuevos y desgranaron  anécdotas de realidades fantásticas, como si todos hubieran comido “cotorra”.

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Agosto candente, Fidel nace en Birán y la tierra de la Patria, de feudos se vuelve pan. 

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 Por estos días se cumplen 86 años del poco conocido incidente que la memoria de nuestra ciudad recuerda como “el caso de tesoro de Van Horne”. Les cuento.

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Quisimos entre todos inventarnos una crónica. Con tizas y en la pizarra del aula universitaria nos sorteamos al amor. No hubo timidez en mis muchachos, solo sonrisas; es muy fácil decir lo que papá nos enseñó.


Camagüey.- No sé a quién se le ocurrió preparar una actividad para los niños a la hora en que mataron a Lola, a las 3:00 pm, momento en el que no quieren despegarse de los catresitos soñolientos y que, cuando lo logran, viene detrás un apetito del tamaño de un elefante. Si lo duda repare en lo que dicen casi todos los pequeños acabados de levantar “mami dame algo”.


Camagüey.- Sus manos acostumbradas a la oficina se aferran al arado con una voluntad más firme que el hierro que ahora le abre venas al suelo. Decidió coger la tierra “pa' salir alante”. Sus dos hijos son pequeños y el salario de $ 400 y pico de él y el de su esposa, un poquito más alto, porque es maestra, “era una sábana muy corta para taparse todo el mes”.


Camagüey.- Sinceramente no lo sé. De hecho, tal vez nadie pueda definir a ciencia cierta el valor de ese instante único en que la vida nace de la vida, en medio de la sangre y el dolor, pero bajo el signo maravilloso del milagro del amor.


Camagüey.- Me gustaría investigar dentro de unos años el número de niñas que al nacer reciben el nombre de Diana. Temo que el índice de bebés con esta firma disminuirá. Dudo mucho que alguien que viva la odisea de viajar a diario en el pequeño autobús con nombre de mujer le queden ganas de recordarlo cada vez que llame a su hija.