CAMAGÜEY.- La acepción de cuidadores ha pasado a ser esencial en nuestra sociedad, y cuando digo esencial, lo hago desde una mirada de la propia población, aunque no quiere esto decir que el Estado se desentienda del término, su responsabilidad, causas y consecuencias.
Para abordar el tema solicité los saberes del Dr. Pablo Hernández Figaredo, especialista de Segundo Grado en Psiquiatría, Profesor Auxiliar y Consultante, Máster en Psiquiatría Social, del hospital Psiquiátrico René Vallejo, de esta ciudad, y el presidente del Capítulo Camagüeyano de la Sociedad Cubana de Psiquiatría, quien hizo hincapié en que: “El progresivo envejecimiento demográfico se traduce en el aumento de personas con cierto nivel de dependencia, a quienes se añaden aquellos que por causa de enfermedad limitante o discapacidad requieren del cuidado de otro de forma parcial o total”.
—Desde el punto de vista médico, ¿qué opinión tiene acerca de este grupo poblacional, que dicho sea de paso, no es pequeño?, además, de que los cubanos no tenemos una cultura generalizada de dejar a los seres queridos en manos de otros.
—Ese grupo cada vez más creciente de personas encargadas de atender a sus familiares dependientes tiene un particular significado porque hay una relación afectiva y emocional previa. Hacerse cargo de alguien desvalido es ante todo un acto de amor y así tendrá que ser asumido.
“Y es muy cierta esa apreciación, los latinos en general, y los cubanos de manera particular, tenemos lazos familiares muy intensos y peculiares, tanto con los menores como con los adultos mayores, se prefiere no delegar el cuidado en otras personas o instituciones que no sea la propia familia.
“El cuidador no siempre está preparado para asumir la tarea de dedicarse a alguien desvalido y no es una tarea fácil, hay quienes renuncian a una vida plena, productiva porque de pronto surge un imprevisto y no les queda otra alternativa.
“Asumir el cuidado de otra persona, aunque sea el ser más querido, demanda de un gran esfuerzo, sacrificio y paciencia, por ese altruismo que significa supeditar las propias necesidades a las del otro”.
—¿Cómo aprecia que esas personas asumen ese cambio de vida tan brusco?
—Para cualquier persona en edad laboral comprometida con su rol social el tener la obligación de abandonar el trabajo y cuidar de un familiar pudiera representar una frustración por lo que significa de freno al crecimiento profesional y social. En estos casos el deber filial y la responsabilidad para con el ser querido supera la necesidad de realización individual y se prioriza la del familiar que requiere del cuidado”.
—¿Quiénes son los que llegan más a menudo a pedir ayuda médica para seguir adelante con ese empeño y cuáles son sus principales inquietudes? ¿qué es lo más demandado a la hora de pedir apoyo?
—Un motivo común es el agotamiento físico y también psicológico, que en grados extremos puede entorpecer seriamente su función de custodia. Asoman sentimientos de frustración profesional o personal, o de sentirse solos en lo que realizan; tienen la sensación de que no son suficientemente valorados o considerados por la persona que cuidan o por el resto de la familia. Cuando no se adoptan las medidas pertinentes para evitarlo, pueden aparecer manifestaciones ansiosas y depresivas, irritabilidad, trastornos del sueño o del apetito.
“No pocos se han visto obligados a dejar de ejercer sus acciones cotidianas, a irse a vivir a otro sitio, descuidar sus relaciones sociales o de pareja ante la imperiosa necesidad de atender a ese familiar. En ocasiones esto sucede de manera súbita, sin que la persona esté debidamente preparada. En otros casos el cuidado del familiar se puede prever y permite hacer ajustes menos drásticos”.
—La sociedad de patriarcado, que sin dudas ha primado en Cuba, ¿puede ser una razón para que las mujeres sean mayoritarias en esta difícil responsabilidad?
—Se pude afirmar así. No es un secreto que el mayor número de cuidadores pertenece al sexo femenino.
—¿Alguien está llamado a cuidar a los cuidadores?
—En primer lugar el cuidador tiene que aprender y saber cuidarse a sí mismo, reconocer sus necesidades y atenderlas, igual pedir ayuda. Y muy importante, el resto de la familia tiene la obligación de cuidarlo, reconocer su esfuerzo, valorarlo y hacérselo saber, apoyarlo y estar pendiente de sus necesidades. Es indispensable contar con los demás familiares y hasta con los amigos íntimos y la comunidad que los rodea, lo que se conoce como Red de apoyo social.
“La ayuda de terceras personas, aunque solo sea en determinados horarios o días de la semana, representará un gran alivio y apoyo. Quedarse con la persona dependiente por un rato, hacer una compra u otra gestión determinada son formas de cuidar a ese cuidador tan importante para todos.
“No se puede olvidar que un trabajador promedio labora ocho horas al día, disfruta de vacaciones, días feriados, fines de semana…, lo cual no sucede con los cuidadores. Esto resalta su esfuerzo sobrehumano y tiene que sensibilizar a los demás miembros de la familia para que su participación sea más comprometida e incondicional”.
—¿Son visibles o invisibles ante los ojos de la sociedad?
—Puede que por ser un acto cotidiano, algunos no perciban la extraordinaria significación de su tarea, y que algún grado de insensibilidad limite la comprensión y el apoyo que se les debe. Un cuidador muy centrado en las necesidades del dependiente puede descuidar o ignorar las propias, e incluso así, quizá no sea todo lo debidamente reconocido.
—¿Qué consejos ofrecería a personas que viven este rol? ¿qué diría al resto de sus familias?
—Un cuidador desmotivado, irritable o tenso deja de hacer lo debido, por lo tanto no puede perder el sentido de su extraordinaria misión. Tendrá que centrarse en lo positivo, en los pequeños detalles, logros y momentos de disfrute, por pocos que sean en el día, mantener a toda costa algún optimismo. Cada uno sabe cómo lidiar mejor con sus tensiones y estrés y esto debe hacer el cuidador. Recomiendo que vea una serie o una película, se vincule con amigos por teléfono o redes sociales, es bueno que lea, camine, tome el sol por un rato.
“El cuidador en todo momento tendrá que tener en cuenta la dignidad, la autonomía y la satisfacción de aquella persona a quien atiende, pero sin olvidar las suyas propias. Solo puede proveer bienestar quien lo tiene. Para cuidar a alguien tenemos que cuidar también de nosotros mismos, ambos cuidados tienen que ser actos de amor”.