CAMAGÜEY.- Camagüey es de las primeras provincias de Cuba que encauzó sus pasos a la integración social de las personas con discapacidad físico-motora, y de contar la historia ya se encarga el escritor Jesús Zamora Ávila para publicarla como una presentación multimedia.

Emprendió ese viaje no solo por su responsabilidad como presidente de la Comisión de Historia de la Asociación Cubana de Personas con Discapacidad Físico-Motora (Aclifim) en el territorio, sino porque es un curioso nato, un inconforme ante las verdades asumidas sin cuestionamiento ni interpretación propia de la realidad.

Recientemente, con el soneto Gratitud ganó el primer premio en poesía del concurso dedicado al aniversario 40 de la Aclifim, y Adelante Digital aprovecha para conversar también de los asuntos de una asociación entrañable para él.

“La Aclifim ha sido un vehículo generador de políticas públicas y ha consolidado una cultura general integral en el abordaje de la discapacidad para la implementación de buenas prácticas, con el manejo de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, pero se impone que los decisores cuenten con igual formación para poder construir juntos”, enfatizó.

¿Por qué consideras Camagüey una pionera en el manejo de la discapacidad?

─ Tenemos como antecedente la Unión Cubana de Acción Minusvalente (UCAM) entre 1975 y 1976. Todo comenzó como un movimiento de rehabilitación. Los primeros encuentros deportivos se hicieron en Camagüey, entre la Sala H del hospital Amalia Simoni y los representantes del hospital Frank País, de La Habana. La Aclifim en Cuba se fundó el 14 de marzo de 1980, y nuestra filial se reconoció el 9 de octubre de 1982 en esa Sala H.

¿Qué limita el avance de sus programas sociales?

─ En Cuba han avanzado cualitativa y cuantitativamente los programas sociales y científicos que se sustentan con criterios de igualdad humana, sin embargo, como ha señalado la sicopedagoga Mirtha Leyva Fuentes, uno de los aspectos menos investigados y tratados en la formación de profesionales es la gama de emociones ligadas a las actitudes de las personas respecto a la discapacidad. Eso frena la equiparación de oportunidades.

El año pasado celebraron un congreso, ¿fue tan agudo como tú?

─El VI Congreso fue un proceso amplio que llegó a 1 886 organizaciones de base del país y culminó en junio del 2019. La membresía supera los 77 000 asociados. Nuestro movimiento deportivo cuenta con más de 27 471 atletas en los diferentes niveles competitivos; y en la vida cultural de la nación participan activamente 15 951, que practican alguna manifestación del arte y se incluyen en espacios de la programación de sus comunidades y otros de relevancia provincial y nacional. La Aclifim en Camagüey aglutina a 5 787 personas.

La asociación cumplió 40 años en marzo, ¿cuáles metas enfoca?

─El aniversario 40 marca un punto de giro en el desarrollo de nuestro trabajo para el presente y para el futuro, pues avanzamos en la implementación de la dirección por objetivos para el plan quinquenal 2020-2024. Identificamos como uno de los retos el fortalecimiento de las estructuras para consolidar la coordinación y el trabajo con las circunscripciones y los consejos populares, el sector privado y los centros de estudios e investigación.

La consolidación de todos los derechos entraña mayores avances en el plano legislativo, ¿cómo se puede lograr?

─Necesitamos un proceso de armonización del sistema legislativo en correspondencia con la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y otros tratados de derecho, vinculantes o no, que deben ser observados y aplicados, no solo en los principales cuerpos o instrumentos legislativos sino en las políticas públicas, los programas, el plan de acción nacional o acciones que deben asumir las autoridades gubernamentales. Se debe tener presente el criterio de la Aclifim en la toma de decisiones.

El arte como herramienta para la equiparación de oportunidades es uno de tus temas y una fuente de tus éxitos, ¿lo defiendes hoy con la misma intensidad?

─ Cuba tiene ejemplos de personas con diversidad funcional física que han alcanzado notoriedad en el ámbito de las artes, entre ellos menciono a los pintores Antonia Eiriz y Marcos Pavón, el poeta Jesús Orta Ruiz, la repentista Tomasita Quiala, el músico Arsenio Rodríguez, la periodista Isabel Moya y el escritor, actor y director de programas de radio Andrés Miguel Pérez. Aun no se ha logrado vindicar la dimensión de ese legado porque no se ha gestionado adecuadamente la información en función de la visibilidad de los asociados y de la asociación, e incluso la Aclifim debe aprovechar más sus espacios en el ecosistema digital, actualizar con mayor frecuencia su sitio oficial y su perfil en Facebook.

Arte, discapacidad y comunicación accesible, ¿qué tipo de relación propones?

─ No se aprovecha la efectividad del arte como vehículo de comunicación. Por otro lado, en los medios se refleja poco el quehacer de la Aclifim. Durante más de 15 años he asistido a todos los festivales zonales (del centro de Cuba) y nacionales de la Aclifim, he apreciado espectáculos de altísimo nivel artístico y estético, frutos del talento de nuestros artistas y del trabajo de los instructores del sistema de casas de cultura y de la brigada José Martí; sin embargo, la mayoría no ha sido noticia. Urge un acercamiento que coadyuve a una estrategia de comunicación eficiente.

Adelante, el periódico de Camagüey, celebra tu trayectoria artística y te felicita por el premio reciente, ¿qué aconsejas para perfeccionar nuestro trabajo?

─Han faltado acciones de superación desde la Aclifim, hacia ella y hacia los periodistas, pero Adelante nos ha acompañado en el Taller Provincial de Comunicación Accesible que coordinamos junto a la Unión de Periodistas de Cuba (Upec) desde el 2018. Yo agradezco la voluntad de quienes se ocupan por la imagen pública de las personas con discapacidad, y fomentan con sus mensajes una verdadera cultura de la diversidad en la sociedad cubana. A ellos también dedico mi soneto Gratitud.

 Gratitud

 Crecí al amparo de tus tibias luces                 
en la fraternidad de tus caminos,
y con tu ayuda derribé molinos,
vencí tormentas, subyugué arcabuces.

 Gracias a ti el dolor no instaló cruces
en la piel de mi afán más cristalino,
después el verso se labró un destino
en esa infinitud que hoy me seduce.

 Tu mano se aferró a mis añoranzas,
a mi escalón supremo, a mi certeza,
y supe así de toda la grandeza

que hay en tus infinitas dimensiones,
sentí el latido de otros corazones.
Sé que de ti vinieron sus bonanzas.